Vicente Girbau León, político y diplomático
Ha muerto a los 75 años Vicente Girbau León, político y diplomático. Destacado universitario. Ingresó en la Carrera Diplomática en 1953 tras unos brillantes exámenes, especialmente en los temas de Derecho Internacional, tanto Público como Privado. Se licenció con el Premio Extraordinario en Derecho en la Universidad de Barcelona. Discípulo del internacionalista Trías de Bes y del historiador de Derecho Luis García de Valdeavellano, bajo cuya influencia se formaron destacados académicos, juristas y políticos como Fabián Estapé o, más tarde, Alberto Oliart.En 1956, como consecuencia de sus actividades de oposición, fue detenido, juzgado y condenado. En la vista oral reapareció a la vida pública, como defensor, José María Gil Robles. En 1957 fue separado de la Carrera Diplomática y, más tarde, en 1959, expulsado de ella. Vicente Girbau participó en todos los intentos políticos de oposición al régimen anterior, tanto en el interior, especialmente con los grupos de Dionisio Ridruejo, Enrique Tierno y otros, ingresando en el PSOE, como en el exterior. Hombre de vasta y profunda cultura y enorme disposición para el contacto, todos los que contaban en el exilio lo frecuentaron, y con ellos mantuvo una relación de enorme sinceridad en la que no ocultó nunca sus propios juicios y eventuales discrepancias: Prieto, Llopis, Jiménez de Asúa, Araquistain, Azcárate, Madariaga, la Pasionaria y Carrillo fueron no sólo sus interlocutores, sino también participantes de proyectos comunes. También don Juan de Borbón. En resumen, todo el universo de la izquierda transpirenaica: Ruedo Ibérico, del que fue fundador; Mitterrand; el historiador Hobsbawan; Prieto Nenni; Michael Foots; Violeta Bohm Carter, de la familia de Lloyd Georg; Victoria Kent, y Jorge Semprún fueron, entre otros muchos, sus amigos.
Las no publicadas -y en parte no escritas- Memorias de Girbau recogen las esperanzas y frustraciones de la izquierda europea y la española. Restaurada la democracia en España, Girbau fue reintegrado a la Carrera Diplomática, jubilándose como embajador en un pequeño país mediterráneo.
Girbau, como Miguel Sánchez Mazas, como Juan Gerona y Julio Cerón, son figuras sin las cuales no se alcanza a conocer bien una dirección esencial del desarrollo de la política española en las últimas cinco décadas de nuestra historia.
Con una brillantísima y lúcida capacidad intelectual, quizá físicamente no pudo sobrellevar el gran drama humano del que fue tan voluntariamente protagonista y en el que se reflejaron tanto las ilusiones como las tremendas frustraciones de una generación a la que le tocó sentar las bases para una España nueva, abierta a los vientos de la democracia. Tremendamente encerrado en sí mismo, aislado en un autoanálisis permanente, se separó de todos, o de casi todos, hasta ese 4 de diciembre en que, en los albores de celebrarse los 20 años de la Constitución, con enorme dignidad y silencio, se reintegró a un mundo en el que reina la más absoluta de las igualdades.
Como compañero de Carrera y de promoción le rindo el tributo de respeto, de cariño y admiración que su ejemplar ejecutoria, al servicio de unos nobles ideales, se merece.
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