"Aquí la radiación impone respeto"
Quinto díaParece que por fin me he adaptado al espacio. Al menos en lo que a mi metabolismo se refiere, a cómo me siento físicamente. Desde hace un par de días no noto ningún cambio apreciable. Se pasaron la sensación de estómago lleno, el malestar ligero en los riñones y el dolor de cabeza del primer día. Permanecen, por desgracia, la nariz frecuentemente congestionada y una vena gorda y prominente en mi frente. En resumen, estoy casi igual que en la Tierra.
En los últimos días me estoy dando cuenta de que mis movimientos se hacen más precisos. Me cuesta menos esfuerzo físico y mental fijarme a algún sitio para no salir flotando y poder trabajar en los diversos experimentos.
Ya consigo volar sin rebotar con las paredes a lo largo del tubo que comunica el laboratorio con la cabina, de unos siete metros de largo. No sin haber sufrido algún pequeño percance haciendo pruebas. La verdad es que esta habilidad me está resultando utilísima, porque las actividades diarias se desarrollan en los dos sitios y cuanto más rápido vayas de uno a otro más y mejor se rinde.
Queda por ver qué grado de atrofia muscular sufriré tras la misión, y cuánta descalcificación padecerán mis huesos. En los nueve días de vuelo no me puede pasar nada grave en esos aspectos. Por si acaso, no he dejado de hacer ejercicio en la bicicleta estática ningún día.
Y luego está lo otro, la radiación. Los astronautas están expuestos a radiación igual que la gente que trabaja en las centrales nucleares. Además, nosotros, en esta misión, estamos volando a mucha más altura que cualquier otro transbordador espacial, por lo que la radiación es mayor. Casi todos los computadores portátiles que llevamos ya se han colgado varias veces por ese motivo. La cámara de vídeo de alta resolución también ha recibido más de un impacto de radiación, y se nota en los puntitos blancos que se ven por el ocular. Dicen los médicos que la radiación que recibiremos en este vuelo es equivalente a dos o tres radiografías. No es mucho, pero cuando uno está aquí impone respeto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.