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Horda

E. CERDÁN TATO El general Nguyen Ngoo Loan murió consumido por el cáncer, el miércoles pasado. Hace treinta años, cuando los americanos le tomaron el relevo a los franceses, y escalfaron a los vietnamitas, a sus mariposas y a sus búfalos, en una olla hirviendo de napalm, Nguyen Ngoo Loan por entonces jefe de la policía golfa de Saigón, disparó su revólver a destajo del dólar, contra la sien de porcelana de un prisionero maniatado del Vietcong. Una cámara de la Associated Press congeló aquel episodio abyecto, en una instantánea bañada en el oro del Pulitzer. Hace unos días, este diario la publicó para soldar los escapes de la memoria. Ante la desaparición del siniestro sujeto, un catecúmeno devoto, entrado en años y en consejos de administración, ha murmurado: Castigo de Dios. Si tenemos que esperar 30 años para que la delincuencia sazonada de pedrería, paraísos fiscales y políticos lamiéndole el goloso riñón, tenga que rendir cuentas públicamente, es que este mundo no es más que una cagada divina y Dios está en otra galaxia decorando los árboles con una nueva generación de chimpancés. Con el planeta dando tumbos por la esfera armilar, los reporteros gráficos ya no tienen que correr riesgos ni emprender viajes a las antípodas: siéntate a la puerta de tu casa y te ganarás el Pulitzer. Una bala que transforma en confeti los parietales y el cerebelo del enemigo es una escena que se da bajo los tilos de un parque o en cualquier club nocturno. Los editores lo saben y no premian la ordinariez. Ahora se cotiza el terrorismo doméstico: los cuatro escopetazos o la docena de cuchilladas a la esposa o a la ex esposa, y más si está cocinando una menestra o regando las macetas de geranios en el balcón. Y se disputan, talonario en mano, las aberraciones de la pedofilia: un banquero violando un bebé no tiene precio. Dentro de 30 años, ¿castigará Dios al marido que descuartiza a su mujer o al opulento degradado de su condición humana que desgarra la inocencia? Por si acaso, no estaría nada mal que jueces y policías se anticiparan, con más diligencia que hasta hoy. Ésa es la horda que recorre Europa, de Amsterdam hasta este país. Y 30 años son muchos años de espera.

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