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Fraga presenta un "testamento político" sin aclarar su sucesión

Xosé Hermida

Más de 4.000 militantes del PP gallego se reunirán hoy en Santiago de Compostela sin saber muy bien el motivo de la convocatoria. Ni siquiera los más altos dirigentes del partido tienen una idea clara de las razones que movieron a su líder y presidente de la Xunta, Manuel Fraga, a proponer el congreso extraordinario que se clausurará mañana. Fraga presentará lo que él mismo ha definido como un "testamento político", cuyo contenido adelantó ayer a José María Aznar en un almuerzo celebrado en La Moncloa.

Pero el incombustible dirigente conservador, de 75 años, advierte que el debate sobre su sucesión quedará, una vez más, aplazado. ¿Para qué se ha convocado este congreso extraordinario?, se preguntaban desde hace semanas la direcciones nacional y regional del PP. Tal como han evolucionado los acontecimientos en los últimos días, y salvo que Fraga esconda una sorpresa, es probable que el enigma continúe sin respuesta cuando mañana se elija una nueva ejecutiva y Aznar clausure la asamblea.El propio Fraga se ha encargado de enfriar las expectativas generadas en un principio. Lo inesperado de la convocatoria había alimentado de nuevo las interminables cábalas acerca de los planes del presidente para designar heredero. Pero Fraga volvió a repetir ayer, a la salida de la Moncloa, que el proceso de sucesión aún no está abierto. En varias entrevistas concedidas en los últimos días a la prensa gallega, el fundador del PP incluso ha ido recortando paulatinamente el alcance inicial de sus propias palabras. Primero desveló que en un futuro podría presentar una terna de candidatos a la sucesión, pero luego corrigió y dijo que se le había malinterpretado.

Entre los que captaron mal el sentido de sus afirmaciones está el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Rodríguez, quien había anunciado que la tal terna sería uno de los asuntos de la entrevista de ayer entre Aznar y el presidente gallego. Fraga también ha acabado matizando la consideración de "testamento" que él mismo había atribuido en un principio a la ponencia política que ha elaborado personalmente para el congreso. "Lo bueno de los testamentos", precisó el pasado domingo al diario El Mundo, "es que se pueden hacer varios en vida".

Los más próximos a Fraga no pueden ocultar su perplejidad por la actuación del presidente y, a fin de evitar deslices como el de Rodríguez, ninguno de ellos se ha atrevido a avanzar una interpretación. "Saldrá lo que diga don Manuel", repite el ministro de Sanidad y presidente del PP de A Coruña, José Manuel Romay. "El presidente escribe y nosotros tenemos que interpretar", ha terciado el secretario regional, Xosé Cuiña. La palabra de Fraga quedará expuesta en la ponencia política y en la composición de la nueva ejecutiva, que se reducirá de 46 a 26 miembros. En ese punto las interpretaciones exigirán cierta sutileza aritmética para adivinar cuáles son los barones provinciales, pilares básicos de la organización del partido, que salen más beneficiados del nuevo reparto.

Cuiña, el eterno delfín, llega al Congreso ligeramente tocado. Sus más estrechos aliados, los presidentes de las diputaciones provinciales de Lugo, Francisco Cacharro, y Ourense, José Luis Baltar, han soportado en los últimos meses un chaparrón tras desvelarse cientos de casos de presunto enchufismo en sus respectivas instituciones. Cacharro, además, ha mantenido un bronco enfrentamiento con el poder judicial por el procesamiento de varios alcaldes del PP lucense. Los problemas que afrontan los principales sostenes de Cuiña han alimentado las expectativas de un hipotético regreso del ministro de Administraciones Públicas, Mariano Rajoy, el candidato predilecto de la dirección nacional. Rajoy no descuida su presencia política en Galicia, pero se refugia también en las declaraciones enigmáticas.

Entre los dirigentes del partido hay muchos que no descartan la posibilidad de que Fraga vuelva sucederse a sí mismo en las autonómicas previstas para 2001. Entonces tendría 78 años, una edad considerable, aunque de momento, como dijo ayer en La Moncloa utilizando una expresión portuguesa, se siente "forte que forte".

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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