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Las Tres Mil y un coro

Cinco niñas gitanas ponen su voz en el tema que da título a "Orobroy", el primer disco del pianista Dorantes

A Sevilla no van casi nunca, aunque viven en Sevilla. Sólo a comprarse ropa para una boda. Más ilusión les hace viajar muy pronto a Milán, Londres y Amsterdam cuando se cierren los contratos de la gira de David Peña Dorantes, el pianista gitano con el que estas cinco niñas de las Tres Mil Viviendas hacen los coros de la canción que da nombre a su primer disco, Orobroy. El contacto fue Juan Peña el Lebrijano, tío de Dorantes. Y el casting se hizo en un suspiro. El tiempo necesario para que alguien descubriera el arte innato que había en Susi, Aroa, Marisa, Noemí y Tere. Sus padres se dedican a la venta ambulante, aunque en el caso de Aroa, 13 años, se produce la división del trabajo: su madre es vendedora ambulante y su padre cantaor, miembro del grupo de rumbas Grito de guerra. Susi y Noemí Vizarraga son hermanas. Marisa Jiménez Vizarraga es prima de las dos. Tiene 13 años. A Susi la bautizaron con ese nombre como reconocimiento a la temperamental cantante gitana. Noemí es un nombre inspirado en la Biblia. Aroa se llama Aroa por una cuestión más laica. "No sabían cómo ponerme y me pusieron como un personaje de los dibujos animados". Es la más comprometida con el mundo musical. La única, por lo pronto, que tiene una entrada para el concierto de Alejandro Sanz. La única que este verano irá de gira en las galas de Niña Pastori. Se sienten a gusto en su barrio, en este escenario de West Side Story sin monumentos, sin placas de que aquí vivió éste y allí murió aquél. "En las Tres Mil hay mucho cante, mucho arte. Aquí todo el mundo sabe hacer algo". Sus padres están en la nómina de los 225 socios de la Asociación Villela Or Gao Caló (Viene el Pueblo Gitano), en cuya sede se realizó el casting para el disco de Dorantes. "Es muy buena gente. Un gitano serio". Noemí y Tere, las dos de 9 años, son las estrellas infantiles de un espectáculo que ha intentado reivindicar el arte escondido en esta zona suburbial. Se sienten las estrellas del barrio. Cada una ha hecho sus planes particulares. "Nunca soñé con triunfar, simplemente lo he pensado", dice Aroa. Susi, 14 años, no reniega de sus orígenes. "Si consiguiera triunfar, me compraría una casa, pero seguiría con mi piso en las Tres Mil". En la Asociación hay fotos de gitanos futbolistas, gitanitos cantaores y este elenco de niñas artistas a las que visitó la duquesa de Alba en el espectáculo que las dio a conocer, la representación de una boda gitana. "Cuenta una disputa entre dos familias, y nos peleábamos bailando por bulerías", dicen de esta versión Tres Mil de la eterna dialéctica de Montescos y Capuletos, de Tarantos y Montoyas. En verano, una vez a la semana las llevan a Guadalpark. En el barrio no hay piscina. La más cerca está en el Tiro de Línea. Son las reinas de Orobroy, palabra del caló que significa pensamiento. "¿El pensamiento único? Será tener un pensamiento para una cosa nada más", dice Aroa Pisa Pérez, la hija del rumbero, ajena a que el pensamiento único es por desgracia para todas las cosas, ideología del todo a cien. Susi, Aroa y Marisa quieren ser enfermeras y cantantes. Las Enfermeras del Arte. Les divierte el hipotético nombre del grupo. Aroa es bética. Las otras dos, madrilistas. Noemí Vizarraga, alma de líder, dice Mijatovic sin atragantarse para recordar al autor del gol que le dio al equipo de Susi la Copa de Europa. Sus 9 años están todo el tiempo con los 9 años de Tere Gómez. Se suben a un columpio. Que hablen las mayores.

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