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Humanidades, ¿las nuevas "marías"?FRANCESC BOLDÚ I MARTÍNEZ

Los evangelios explican que María Magdalena, María -madre de Jesús- y María -hermana de Marta- acompañaban a los apóstoles sobre quienes estaba fundada la Iglesia. A partir de este relato se consideró durante el franquismo que chicos y chicas cursaban tres asignaturas marías -que acompañaban a las demás, pero tenían un status inferior y eran socialmente menos consideradas-: dos de ellas eran comunes -la Religión y la Gimnasia-; la tercera era, en los chicos, la Formación del Espíritu Nacional (FEN), y en las chicas, las Labores del Hogar. Con el advenimiento de la democracia, las tres nuevas marías fueron sustituidas por la Religión, la Ética y las Enseñanzas Técnico-Profesionales (EATP). Ahora, con las órdenes y decretos que desarrollan la LOGSE, este papel tradicional de las marías está siendo adjudicado a las Humanidades en general y a un grupo muy concreto de ellas en particular. La actual degradación de las humanidades no es, sin embargo, uniforme. En algunas comunidades autónomas, como en Cataluña, alcanza sus cotas más altas. En esta comunidad -por ejemplo-, ni siquiera el alumnado del bachillerato de Humanidades tiene obligación alguna de cursar Historia de la Filosofía, Griego, Literatura... ni los centros obligación de impartir tales materias; ni como optativas. Depende de que haya o no profesorado especializado -que el Departamento de Enseñanza adjudica o no, según su criterio- y de que este profesorado cuente con horas suficientes después de impartir las materias comunes -que pueden ser o no de su propia especialidad. Si finalmente estas materias se ofrecen como optativas, el alumnado de Humanidades sólo tiene obligación de elegir Latín y otras 5 que hayan sido ofertadas por el centro de entre 11 posibles. Un alumno o alumna pueden cursar, pues, el bachillerato de Humanidades sin haber visto Griego, Literatura, Historia de la Filosofía, etcétera. Esto es, un bachillerato de Humanidades sin Humanidades; algo así como una tortilla sin huevos. En lo relativo a la Ética de la ESO, las cosas también van peor en Cataluña que en el resto del país. Para empezar, la Ética no conserva ni su nombre, se reduce a un simple crédito variable de Ciencias Sociales de 30 horas de duración y no está adjudicado al profesorado de filosofía, sino que tiene carácter de "comodín" y es impartida por cualquier profesor o profesora del centro. Por ejemplo, en el instituto de quien esto escribe, es el profesor de Religión quien imparte Ética en la ESO, bajo el nombre de Educación para la Convivencia. La supresión de los departamentos didácticos supone otra vuelta de tuerca en la progresiva degradación de las Humanidades. Tales departamentos constituyen la columna vertebral de los centros, ya que agrupan al profesorado por especialidades con el fin de organizar y coordinar sus distintas actividades. Pues bien, mientras el Ministerio de Educación mantiene en su territorio los 15 departamentos anteriores a la LOGSE, en Cataluña hay cuatro de ellos que ni pueden formar departamento propio, ni están adjudicados a ningún departamento en concreto. La Generalitat considera que Filosofía, Latín, Griego y Francés carecen de entidad propia y condena a estas materias a vagar de departamento en departamento -itinerantes y nómadas- hasta encontrar un benévolo receptor dispuesto a acogerlas. Quien esto escribe, por ejemplo, es catedrático de Filosofía del departamento de Educación Física; por aquello de mens sana in corpore sano. Y la catedrática de Griego del mismo centro está en el departamento de Inglés; por ser el inglés lo más clásico del nuevo sistema educativo. Pero todavía hay más. Estas materias -al carecer de departamento propio- son las primeras en quedarse sin horas de coordinación y programación. Esto se debe a que, en Cataluña -a diferencia del resto del país-, tales horas no están adjudicadas por materias, sino que se dan a los claustros, convenientemente recortadas, para que éstos las distribuyan como buenamente puedan. En el centro de quien esto escribe, por ejemplo, la tutoría técnica de Jardinería o la de Lectura del BOE tienen dos horas semanales de coordinación, mientras que la Filosofía, el Latín, el Griego y el Francés sólo tienen una. La Historia de la Filosofía, el Latín, el Griego, el Francés, la Ética... se convierten así -paso a paso- en las nuevas marías del sistema educativo. Y en Cataluña en grado sumo; sin obligación de ser impartidas a nadie, sin departamento propio, sin horas de programación ni de coordinación... Centrar la degradación de las Humanidades en el contenido ideológico-político de los temarios sin cuestionar nada más es tan sólo una forma de marear la perdiz para evitar entrar en el fondo del problema. Para atajar la actual degradación de las Humanidades es preciso abordar muchas más cosas. En primer lugar, la reestructuración general del currículo mediante la reorganización de las materias comunes y optativas. En segundo lugar, la elaboración de diversos itinerarios que permitan conjugar, a la vez, la reorganización de las materias, el sistema de enseñanza integrada y el tratamiento de la diversidad. En tercer lugar, el mantenimiento del actual carácter abierto de los temarios -de todos los temarios- desde el nivel de concreción del Estado al nivel de concreción de cada centro y profesor. En cuarto lugar, la clarificación pactada de los procedimientos que permitan establecer los contenidos mínimos de los distintos niveles de concreción, salvaguardando en todo momento la libertad de los centros y de cada profesor. En quinto lugar, el mantenimiento de todos los departamentos didácticos, con sus correspondientes tres horas para tareas de coordinación y programación. En sexto lugar, el establecimiento de un número global mínimo de horas de programación y coordinación que permita a todos los centros -por pequeños que sean- cubrir sus necesidades básicas sin forzar al profesorado a pelearse para ver quién se queda con las escasas horas de coordinación. Y en séptimo lugar, la financiación adecuada de todos los recursos humanos, materiales y técnicos que posibiliten llevar a buen término todas las cuestiones enunciadas anteriormente. El desarrollo de cada uno de estos aspectos requiere un complejo estudio de las causas de los problemas y de sus posibles soluciones, tanto en lo que afecta a las Humanidades en particular como al nuevo sistema educativo en general. Cuestionar tan sólo temarios -sin cuestionar nada más- es una forma de marear la perdiz y de contribuir a que las Humanidades acaben siendo definitivamente las nuevas marías del sistema educativo.

Francesc Boldú i Martínez es doctor en Ciencias de la Educación, doctor en Psicología y catedrático del IES Carles Riba de Barcelona.

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