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Fútbol de alta tecnología

Un torneo enfrentará en París a equipos de "robots futbolistas" de catorce países

No son ni Ronaldo ni Rivaldo, pero también jugarán la Copa del Mundo de fútbol en Francia durante los meses de junio y julio. El estadio que acogerá sus proezas con el balón no será ni el Parque de los Príncipes ni el flamante Estadio de Francia, sino la Ciudad de las Ciencias y de la Industria, en el parque de La Villette. Los entrenadores tienen todos título universitario, y para idear sus tácticas necesitan llenar más papeles que Van Gaal. «Nuestros jugadores están dotados de percepción y de capacidad de decisión y acción», explica Manuela Veloso, brasileña también, pero fichada por un equipo estadounidense, el de la Carnegie Mellon University, radicado en Pittsburgh.Los partidos de fútbol entre robots, que se celebrarán en París del 30 de junio al 8 de julio, enfrentarán equipos de más de 14 países -entre ellos figura España- en 5 categorías distintas, versión científica de los alevines, infantiles, juveniles, sub-21 y profesionales. En este caso, la categoría viene dada por el tamaño del robot, entre 4,5 y 50 centímetros, con dos o cuatro ruedas, y también por el tamaño del terreno de juego, que va desde una extensión idéntica a la de una mesa de ping-pong hasta un campo de 27 metros de largo por 15 de ancho. Los equipos están integrados por tres, cinco u once robots-jugadores, y una vez suene el pitido inicial ningún entrenador podrá intervenir en el juego, dar órdenes a sus creaciones. Ellos solos deberán aplicar la táctica prevista.

«El objetivo de los jugadores es muy simple», resume Manuela Veloso, «pues se trata tan sólo de marcar goles, pero el entorno es muy complicado, ya que todo se mueve -los otros jugadores, la pelota- y hay que prever no sólo los movimientos propios, sino también los del contrario». Los pequeños robots de 4,5 y 7,5 centímetros reciben sus órdenes a través de ondas radiofónicas a partir de datos procesados por un ordenador central, que valora la situación a partir de los datos suministrados por una única cámara. Los seniors, los robots-jugadores de 15 y 50 centímetros, llevan cada uno una cámara y un ordenador, y el ordenador central está en contacto con ellos. A veces los datos que maneja el robot-jugador pueden estar en contradicción con los que procesa el ordenador central. Es el momento de intentar un dribling.

La Robocup de París es una competición, pero «nuestra preocupación principal no es la victoria», dice Dominique Duhaut, especialista francés en robótica. «De lo que se trata es de hacer progresar la inteligencia artificial, de que los futbolistas de hoy desactiven bombas mañana, aporten socorro a las víctimas de un terremoto o que, miniaturizados, puedan viajar al interior del cuerpo humano y destruir un tumor. Ésa es la finalidad real de la Robocup».

Pero hasta que llega ese momento en que un «sistema multi-agentes» -los robots individuales ya trabajan al servicio del hombre en múltiples terrenos- pueda realizar acciones propias de filmes de ciencia-ficción, los especialistas en robótica y electrónica podrán seguir jugando en público -la entrada a la Robocup costará 1.250 pesetas- y, poniendo en práctica tácticas defensivas clásicas como el cerrojo -todos los robots en línea, bloqueando el paso de sus rivales-. «Queremos ganar, pero nunca recurrimos a maniobras ilegales», dice Manuela Veloso cuando se le pregunta sobre la posibilidad de lesionar al contrario a través de virus informáticos o interferencias radiofónicas. «Si hacemos falta hay que culpar a nuestros algoritmos, que están equivocados», concluye la brasileña. En efecto, los robot-jugadores pesan entre 30 y 50 kilos y pueden alcanzar los 60 kilómetros por hora, de manera que es mejor evitar el toparse con uno de ellos cuando ha gritado aquello de «a mí el pelotón, que los arrollo».

Esta Robocup -en Corea y Japón ya se han organizado competiciones semejantes, pero nunca habían coincidido con el Mundial de los jugadores de carne y hueso- tendrá retransmisión televisiva y los comentarios, en distintos idiomas, también correrán por cuenta de un robot. Los partidos se disputarán en dos partes de diez minutos, con una pausa de veinte minutos para masaje -reparación de averías- y agua milagrosa -recargar baterías-. El único humano que interviene en el juego es el árbitro, quién sabe si para poder continuar culpándole de las derrotas.

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