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Reportaje:

80 años para la música

A punto de cumplir los 80 años, el músico Cipriano Larrañaga, Xipri, tiene muy claro que hay que aprovechar el tiempo. "Cuando dejas de hacer cosas, pierdes la lucidez", afirma. Por eso, ha dejado a un lado los años que pasó trabajando en una empresa vitoriana y desde su jubilación ha vuelto a su trabajo de compositor y arreglista, como en los tiempos en que recorría el mundo como integrante y vocalista del grupo Los Xey. Actualmente, pasa la mayor parte del tiempo en su domicilio de la capital alavesa, donde compone nuevas canciones, organiza su extensa colección de casetes y espera un productor para un disco con sus canciones que han grabado los hermanos Alberto y Nando de la Casa en los estudios Katanga. Xipri no ha dejado que los tiempos corran más que él. Compone por ordenador en un estudio equipado con la más avanzada tecnología. Tanto que su principal arma de trabajo, un avanzado órgano que produce más de 400 sonidos diferentes, le parece el colmo de la complicación. Desde hace dos años está enganchado a Internet, y se cartea a diario por correo electrónico con sus dos hijas, ambas residentes en Estados Unidos. 1.200 casetes Además de buscar una salida para su disco, Larrañaga dedica su tiempo a ordenar su colección de 1.200 casetes, en las que guarda ópera, zarzuela, música americana y temas vascos, entre otros muchos géneros. El compositor destaca su deseo de "tener más tiempo para escuchar música, no sólo hacerla". Su relación con la música abarca todos los aspectos de su vida. Tanto es así que recientemente ha convertido en canciones dos letras escritas por su médico de cabecera, el doctor Varona. Nacido en Azkoitia en 1918 y residente en Vitoria desde 1963, Cipriano Larrañaga ha dedicado toda su vida a la música. Se incorporó al popular grupo en 1954, año en que la formación estuvo actuando en La Habana, en el famoso cabaret Tropicana. En los tiempos de mayor esplendor del grupo, Larrañaga se instaló con su mujer en esa ciudad y allí nacieron sus dos hijas. La revolución de Fidel Castro, mientras el grupo estaba de gira en España, actuando en Palma de Mallorca, terminó con esa etapa y la familia abandonó la isla sin poder sacar ninguno de sus enseres. Los Xey, que funcionaban desde 1946, ofrecieron su último concierto en Aretxabaleta en noviembre de 1961. Poco después, se traslado a Vitoria y encontró empleo en una empresa. Aún así, su tiempo de ocio siempre fue para la música. Desde su jubilación, ha vuelto a su antiguo oficio. Su último proyecto es un disco con el que pretende "aportar un granito de arena al trabajo de mucha gente por promocionar el euskera". Las doce canciones que Larrañaga grabó en su casa llegaron a manos de los promotores de Katanga, que, "desinteresadamente", decidieron apostar por el trabajo y grabarlo con el grupo Gallur. El disco incluye tres canciones dedicadas a Vitoria, dos de ellas con doble versión, en castellano y euskera. También está en ambas lenguas una bossa-nova titulada Etorriko da. Mezcla de estilos Un zortziko abre una grabación de lo más variopinta en lo que a estilos musicales se refiere. Se titula Gasteiz y con él consiguió un premio en el País Vasco francés en 1978. Soy un blusa vitoriano es una kalejira que glosa las fiestas de Vitoria. Por último, Egun handia es un canto al patrón de Alava, San Prudencio. Una de las canciones más destacables es Guztiok berdinak, un pasodoble cantado en euskera pero que incluye pasajes en castellano, catalán y gallego. Una polka y un canto a la "soledad del padre", compuesto cuando se casó su hija mayor, son otros de los temas incluidos en el disco. Cipriano Larrañaga cifra en dos millones de pesetas el coste de producir mil ejemplares de la obra en formato CD. Sugiere que el Gobierno vasco, las instituciones alavesas y la Caja Vital podrían hacerse cargo de la edición de su trabajo e invita a sus responsables a "al menos escuchar el máster que tienen en Katanga".

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