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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

A Herrero de Miñón

Contra lo que afirma el señor Herrero de Miñón (Método de Stormont, 18 de abril), la distinción entre violentos y demócratas en el País Vasco, aquí y ahora, es así de nítida: demócratas son los asesinados y agredidos o los que corren el peligro de serlo; violentos, los que asesinan y agreden o inducen al asesinato y la agresión. Y no están unos y otros revueltos en ambos bandos (según da a entender), como en Irlanda, sino los demócratas en un bando y los criminales en el otro. Así las cosas, se nos pregona el misterio gozoso de entablar una negociación «sin condiciones y sobre todo condicionamiento»: ¿lo mismo por encima de la amenaza de muerte que al margen de la razón pública y la regla de la mayoría? Cuando este analista insiste en que no fue preciso el silencio de las armas para iniciar las conversaciones de Stormont, ¿ha decidido recurrir sin más al engaño? A lo mejor es que, para entender lo que aquí pasa, ya es hora de añadir otra distinción no menos nítida y dramática que la anterior, pero esta vez en el campo de los demócratas. Están de un lado los dispuestos a asumir un riesgo personal en el planteamiento legítimo del problema, y del otro, los que se acogen a cualquier cortada para a un tiempo protegerse del temor y eludir su responsabilidad. Si nuestro hombre -a diferencia de los concejales vascos de su antiguo partido- no acierta a percibir ambas líneas de demarcación, será que está viendo la corrida a cubierto y desde la barrera de su sabiduría constitucional. Al parecer, nadie conoce como él cuántos problemas políticos, incluido el vasco, quedarían resueltos «si se encargasen de ellos los constitucionalistas». Así que no hay más que esperar a que ETA le solicite gentilmente sus buenos oficios... para acabar con la pesadilla. Demasiados dislates, los diga Herrero de Miñón o su porquero.- . .

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