Católicos y protestantes sellan la paz en el Ulster
Los ciudadanos norirlandeses deberán votar en mayo si respaldan el acuerdo firmado el viernes por sus líderes
, Superando odios antiguos y obstáculos de última hora, protestantes y católicos, enemigos acérrimos que se han disputado Irlanda del Norte, se han comprometido finalmente a desterrar la violencia y a abrazar un histórico proyecto político para poner fin a tres décadas de brutal conflicto. El anuncio de paz hecho el viernes por el primer ministro británico, Tony Blair, y su colega irlandés, Bertie Ahern, en una sencilla ceremonia bajo la lluvia en los predios del castillo de Stormont, junto a la ciudad de Belfast, intenta extender el certificado de defunción a una guerra que ha causado más de 3.200 muertos y profundas heridas a toda una generación de la isla, dividida en 1921. Los líderes republicanos y unionistas deberán convencer ahora a sus partidarios para que comprendan el alcance del acuerdo conseguido tras las negociaciones y lo respalden en mayo con su voto en el referéndum que se convocará al efecto.
"Hoy hemos visto lo imposible", fue la frase que usó un corresponsal de la BBC en Belfast para describir lo que ocurrió a las 17.20 del viernes. Más de 17 horas después del vencimiento del plazo para la aprobación de un complejo Proyecto de paz, el retraso ya no importaba. Al fin emergió un plan concreto para poner fin al ciclo de violencia en el Ulster. La palabra final sobre este proyecto la tendrán los irlandeses en el referéndum previsto para finales del próximo mes de mayo."Ha triunfado el coraje", proclamó Tony Blair antes de partir hacia Londres, donde hizo una breve escala antes de reunirse con su familia, de vacaciones en Andalucía. Se le veía demacrado, pero su voz era firme. "Cuando vine aquí el miércoles dije que sentía la mano de la historia sobre los hombros. Hoy espero que la carga de la historia que pesa sobre nuestros hombros comience a ser aliviada", dijo. Idéntico aplomo se le notaba a Bertie Ahern. "Éste es un nuevo comienzo. Hay que borrar las líneas de nuestro sangriento pasado", fue su exhortación.
El plan prevé la creación de una Asamblea autónoma de 108 miembros, cuya primera misión será instalar un consejo ministerial interfronterizo que definirá el futuro de los vínculos entre el Norte y el Sur. Establece también la formación de organismos para desarmar a las milicias, redefinir el papel de los aparatos de seguridad y formar un nuevo consejo británico-irlandés que regulará los contactos entre las dos islas. Dublín abandonaría sus reclamaciones constitucionales sobre el Norte y a cambio desaparecería el acuerdo británico-irlandés de 1920 que determinó la partición de la isla.
Blair y Ahern insistieron en que el documento de 67 páginas preparado por el grupo que preside el negociador estadounidense George Mitchell no es sino el comienzo de un proceso para poner punto final al violento drama del Ulster. El acuerdo es la herramienta, y su funcionamiento depende exclusivamente de los irlandeses, subrayaron. El presidente norteamericano, Bill Clinton, que había estado en permanente contacto telefónico con Blair y Ahern en la recta final del proceso, proclamó feliz el advenimiento de "la primavera de la paz".
"Victoria que afianza nuestra unión" [con Londres] fue la fórmula que empleó el jefe de los protestantes probritánicos del Partido Unionista del Ulster (UUP), David Trimble, que ayer obtuvo un inesperado apoyo del comité ejecutivo de su partido, lo que destierra de momento la amenaza de un alzamiento protestante contra el pacto.
Gerry Adams, el presidente del partido nacionalista Sinn Fein, el frente político de Ejército Republicano Irlandés (IRA), fue menos triunfalista. "Tenemos una visión de futuro, de una Irlanda libre de divisiones y conflicto y de una sociedad que pueda vivir en paz", dijo. Adams todavía no había obtenido ayer un espaldarazo claro del campo nacionalista.
Pero la nueva perspectiva de paz inyectó optimismo en ambas orillas del mar de Irlanda. La reina Isabel II fue veloz en pronunciarse. "La reina está, como todos, encantada por el desenlace", dijo un portavoz de Buckingham Palace. Los líderes de la oposición conservadora felicitaron a los irlandeses y a Blair. En el Reino Unido, donde la esperanza de una solución al conflicto en Irlanda del Norte, en el que han perecido decenas y decenas de soldados británicos desde el estallido de la guerra en 1969, el positivo impacto del acuerdo era perceptible entre la población. La retransmisión por radio del decisivo partido entre el Manchester United y el Liverpool llevó a millones de británicos los detalles de las negociaciones con la misma emoción del sorprendente resultado, 1-1.
Arquitecto del plan
Mitchell, el arquitecto del plan, se aprestaba ayer a retornar a EE UU con la sensación de haber cumplido su misión. Tras años de contacto, se despidió de los irlandeses con un mensaje: "No se necesita coraje para dispararle a un policía o a un taxista desarmado un tiro en la nuca. Lo que reclama valor es competir en la arena de la democracia, y para eso hoy existen los instrumentos de la persuasión, la equidad y el sentido común", dijo. "Hay motivos para celebrar esta fecha, pero el documento en sí no garantiza nada", agregó.El plan ganará fácilmente apoyo en el sur, pero su suerte en el referéndum de mayo se presenta bastante más complicada en el Norte. Facciones radicalizadas de protestantes y católicos están al acecho. El Partido Democrático del Ulster, de lan Paisley, pronosticó un recrudecimiento de la violencia.
El IRA, en su tradicional mensaje de Pascua, cuando se conmemora el alzamiento nacionalista contra los ingleses en Dublín en 1916, advirtió: "Permanecemos, como siempre, firmemente comprometidos con el ideal de una Irlanda libre y unida. Estudiaremos cuidadosamente el resultado del proceso".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.