_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Empujón de Wall Street

El mercado de valores español dejó claro en la sesión de ayer que no cuenta con el empuje de días atrás, lo que ha dejado muchos valores a expensas de la voluntad de los inversores particulares. El resultado ha sido una jornada en la que las retiradas de beneficios fueron numerosas, después de una apertura en la que los más espabilados supieran colocar su papel a buen precio.Las indefiniciones del mercado vienen dadas por el final del proceso de fijación de precio para la privatización de Argentaria y por la publicación, mañana jueves, del índice de precios al consumo de enero, dato del que se espera que confirme un ligero repunte de la inflación.

Mientras que los particulares deshacen posiciones o hacen alguna que otra rotación hacia los valores menos favorecidos por la última corriente alcista, el dinero institucional se mantenía al margen, aunque en el momento del cierre, y con Wall Street alcanzando máximos históricos, se vio cierta salida fácil a la situación y el negocio subió con fuerza. A media sesión, el mercado neoyorquino registraba una fuerte subida de 110 puntos (1,36%). El índice Dow Jones llegaba a 8.291 puntos, cota que nunca había alcanzado antes.

La contratación en Madrid superó los 120.000 millones de pesetas, aunque muy concentrados en un grupo de 10 valores. El mercado de futuros tiró con fuerza de la Bolsa en los minutos finales de la sesión, precisamente cuando se comprobó que Wall Street puede despejar el camino hacia nuevos máximos, aunque sea a costa del ambiente bélico que se respira.

La incógnita del índice de precios al consumo de enero no parecía preocupar demasiado a los inversores en el momento del cierre, ya que lo peor que puede pasar es que el Banco de España mantenga los tipos de interés donde están. Mientras que no hay movimiento en el corto plazo, la deuda a 10 años recibió un impulso comprador a última hora, lo que hizo caer su rentabilidad hasta mínimos históricos. El bono español cerraba en el 5,31%, mientras que el diferencial con la deuda alemana repetía mínimo en 0,24 puntos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_