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El albañil que llego a 'rey' antes de acabar en la cárcel

Jürgen Schneider, antes de llegar a ser rey del sector inmobiliario, el hombre más rico de Alemania y el estafador más buscado del país, fue un albañil espabilado. Estudió construcción, llegó a aparejador y acabó doctorándose en ciencias empresariales. A tiempo, porque empezaba la década de los ochenta, la que, al fin, le haría multimillonario.La fortuna le encontró casado con una rica heredera, de la que a principios de los años ochenta obtuvo 30 millones de dólares (unos 4.500 millones de pesetas), que invirtió en adquirir un hotel mítico, el Frankfurter Fürstenshofes, que acabó vendiendo a los japoneses por 350 millones de dólares.

Todos los ojos se volvieron al nuevo Midas. Éste se dedicó a una actividad oficialmente bien vista, adquirir viejos edificios y galerías en los centros de ciudades alemanas para rehabilitarlos. Los créditos bancarios le llegaron a manos llenas bajo la complacida mirada de los políticos, sensibles a la imagen en ascenso de Schneider.

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La caída del muro de Berlín hizo pensar al empresario aún más a lo grande. Se volcó en inversiones, sobre todo en la región de Leipzig. Su imagen de galán maduro, con tupé para disimular la calvicie, buenos trajes y avión privado se hizo popular.

Propietario y residente en un castillo ubicado en las proximidades de las colinas del Taunus, al que dotó de verjas rematadas de purpurina, Schneider fue capaz de mantener la compostura incluso cuando su castillo de naipes se vinó abajo y puso pies en polvorosa. Dejó escrito en una carta que debía retirarse de los negocios para "alejarse del estrés". Sobre su paradero, añadía que sus médicos no le permitían revelarlo.

Cura de estrés

Para curarse del estrés que, sin duda, puede producir estafar a las principales entidades bancarias de Alemania, Schneider eligió en abril de 1994 el Estado norteamericano de Florida. Allí, a 24 kilómetros de Miami, se compró un apartamento de apenas 20 millones de pesetas que compartía con su esposa, Claudia.A pesar de que disponía de fondos (tras su detención se descubrió e inmovilizó una cuenta en Suiza con 20.000 millones de pesetas) Schneider no se preocupó por disimular mucho su aspecto en Miami, una ciudad muy visitada por sus compatriotas únicamente abandonó su tupé y se dejó bigote.

El FRI acabó por localizarle. Schneider y su esposa fueron detenidos en mayo de 1995. Desde entonces, Schneider ha permanecido en prisión provisional, lo que cuenta a la hora de cumplir la sentencia que le ha impuesto el tribunal de Francfort.

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