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Condenado a casi siete años Jürgen Schneider por la mayor quiebra inmobiliaria de Alemania

Jürgen Sehneider, de 63 años, que empezó como albañil y hasta 1994 era considerado el rey del sector inmobiliario alemán, fue condenado ayer por un tribunal de Francfort a seis años y nueve meses de prisión por cinco delitos de fraude. Sclineider huyó a EE UU en abril de 1994 y dejó a sus empresas en bancarrota, con una deuda que llegó al alcanzar los 600.000 millones de pesetas. Detenido por el FBI en 1995, fue trasladado a Alemania en 1996. El juez Heinrich Gehrke reprocha en el fallo la "despreocupación" con que los bancos actuaron en su relación con el promotor.

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La afirmación del juez respecto a los bancos es algo que el propio Schneider, en prisión provisional desde su detención en 1995, ya reconoció durante su espectacular huida a Miami.La sentencia condena a Schneider por cinco delitos de fraude por un total de 165 millones de marcos (unos 13.800 millones de pesetas). No obstante, en atención a su edad y a que el juez considera que no

existe riesgo de una nueva fuga, se autoriza al promotor a pasar las fiestas navideñas con su familia. También ha sido conde.nado, aunque sólo a nueve meses de prisión, su antiguo socio, Karl-Heinrich Kuepferle.

Pero la sentencia contiene una afirmación importante, referida al medio centenar de bancos que durante años trabajaron con Schneider (especialmente el Deutsche Bank, el mayor de Europa.). El juez Gehrke reprocha a los bancos "haber abierto la puerta a un llamado gran inversor con una despreocupación increíble".

El resultado fue que los bancos facilitaron el fraude, aunque de forma involuntaria, lo que ha sido considerado un atenuante para el empresario. Para el juez, Schneider no es sino "un hombre ordinario".

Nada que ver "con un defraudador profesional o una especie de Robin Hood del sector inmobiliario".

Cerrar los ojos

Schrieider, que recibió la sentencia con una gran calma, se ha cansado de repetir durante los seis meses de juicio y aún antes (aseguró lo mismo a la televisión ZDF desde su refugio en Miami) que los bancos estaban al corriente de sus negocios de sus irregularidades, pero prefirieron cerrar los ojos a una realidad que era de dominio público a la espera de recoger beneficios. Una realidad que consistía, básicamente, en solicitar créditos continuos, basados en algunos casos en documentos falsos, para pagar a un banco lo que debía a otro.De la relación de los bancos con Schneider queda para la posteridad una frase atribuida al antiguo responsable del Deutsche Bank, Hilmar Kopper. Éste calificó de peanuts (cacahuetes) las pérdidas sufridas por su entidad en los negocios del promotor.

La fiscalía había solicitado para Schneider siete años y nueve meses de prisión, mientras que la defensa del empresario se contentaba con una condena a cinco años.

Errores

Si bien la fiscalía no pudo encontrar indicios de que los bancos incurrieran en conductas punibles, el Deutsche Bank llegó a reconocer que hubo errores en el sistema de control de créditos de una de sus filiales inmobiliarias.Los jueces autores de la sentencia destacan también que el imperio inmobiliario que levantó el antiguo albañil Sclineider, un hombre hecho a sí mismo, estaba condenado al fracaso, ya que construía edificios demasiado caros que luego alquilaba a precios demasiado bajos.

Tales operaciones, según la agencia France Presse, se concretaron en deudas probadas de 5.000 millones de marcos (unos 435.000 millones de pesetas) que afectan a 2.000 acreedores y de los que aún quedan por recuperar en torno a la mitad. Una frase de la sentencia resume cómo se ha cerrado el caso: "Si las solicitudes de crédito [de Schneider hubiesen sido analizadas mejor, se habría detectado más de un grave disparate".

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