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Reportaje:EXCURSIONES: EL TREN DE ALMOROX

En vías de extinción

Una línea férrea abandonada invita a recorrer, a pie o en bici, los viñedos y encinares del suroeste madrileño_

Cuando el año que viene se festeje el 150º aniversario del ferrocarril en la España peninsular (Barcelona-Mataró, 1848), y los ministros y los capitostes de Renfe estén brindando con fino a alta velocidad, no es probable que nadie dedique un jubiloso carauz a la memoria del tren Madrid-Almorox.En realidad, a los políticos sólo les interesa el tren en sentido figurado, como cuando dicen que no podemos perder el del progreso o que hay que subirse como sea al de la moneda única, mas fuera del AVE y de los Cercanías -que en cierto modo satisfacen ambas metáforas-, los políticos opinan que "en ferrocarril", y esto se lo hemos oído decir a un viejo director general del ramo, "sólo viajan los paletos". Como para acordarse de un tren que está muerto y enterrado desde hace más de 30 años...

Tampoco es probable que muchos madrileños recuerden la estación de Goya. No se hallaba, como más de uno habrá pensado, en la calle homónima, sino que debía su pintoresco nombre al hecho de erigirse sobre el histórico solar de la Quinta del Sordo, en la margen derecha del Manzanares, a tiro de piedra del puente de Segovia.

De allí partió, el 28 de julio de 1901, el primer convoy con destino a Almorox (Toledo), humeando a lo largo -74 kilómetros- y estrecho -un metro- de una vía que enhebraba los pueblos de Móstoles, Navalcarnero, Villamanta y Villa del Prado.

El ferrocarril, explotado en origen por una compañía privada, acarreaba diariamente a la capital vinos, cereales, harinas corderos y verduras de las huertas del, Alberche, y llegó incluso a vivir algún verano exultante en dirección contraria, fletando capitalinos a las playas del río, pero a partir de los años cincuenta, la empresa de autobuses El Gato, con término en la Puerta del Sol, empezaría a llevarse el ídem al agua, lo que unido al auge del transporte por carretera supuso el declinar de la línea, que acabó siendo cerrada en 1965 (tramo desde Navalcarnero a Almorox) y en 1970 (el que cubría el trayecto entre Madrid y Navalcarnero).Papel mojado

Prueba de que a los políticos no se les da un bledo el tren, y máxime después de muerto, es que la Comunidad de Madrid costeó en 1989 una guía de senderismo y cicloturismo (El suroeste de Madrid a través de una vía de tren abandonada), que ya es papel mojado.

Allí se proponía, entre otras excursiones, recorrer unos veinte kilómetros de vía desmantelada entre Villamanta y Villa del Prado.

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El incauto que hoy se echara al monte con esa sana intención tropezaría al cabo de un rato con las alambradas de varías fincas privadas, lo cual es señal de que, o el Estado ha hecho dejación de sus derechos sobre los terrenos de la línea férrea -que expropió en 1931 por 5.587.395 pesetas-, o a los dueños de los predios lindantes se les ha ido últimamente la mano con el alambre, o ambas cosas.

Para ahorrarnos vallas y especulaciones jurídicas, seguiremos m9jor una ruta alternativa: una pista de tierra que, partiendo del kilómetro 21,200 de la carretera Navalcarnero-Villa del Prado, desciende a mano izquierda hacia la ermita de la Poveda entre encinas tan desaforadas como la del Mesto.

Este soberbio ejemplar -14 metros de altura por 23 de diámetro, a 1.200 del inicio, cerca del camino- es una de las joyas botánicas de la finca El Rincón, cuyo dueño, Carlos Falcó, el marqués de Griñón, quiere ahora llenar de campos de golf, sacrificando águilas y encinares por eagles y greenes, que molan más.

. La pista rodea la ermita dela Poveda -barroca, a la sombra de una poveda, o alameda, que trema a la vera del Alberche-, enfila de nuevo hacia arriba y, en un par de kilómetros largos, a la altura. de una casa en ruinas, se cruza en perpendicular con la explanación del viejo ferrocarril.

. Siguiendo ésta hacia la izquierda, entre vides de racimo reventón, llegaremos en un periquete a Villa del Prado -que tiene por honor poseer una iglesia gótica, con un bello retablo churrigueresco-, desde donde al punto del que partimos por el arcén de la carretera.

Carreteras: las únicas vías que, de seguro, no se han de extinguir en este país.

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