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"El Che es un objeto mercantil de Fidel"

Dariel Alarcón Ramírez, más conocido como coronel Benigno, un insólito alias para un guerrillero, es uno de los tres supervivientes de la aventura revolucionaria de Emesto Che Guevara en Bolivia. Junto con Leonardo Tamayo y Harry Villegas, pudo regresar a Cuba después de recorrer, andando por los Andes, más de 2.500 kilómetros. Hoy, desde hace dos anos, vive en París con su mujer y uno de sus hijos, ha escrito tres libros, fuma Gauloises e intenta adaptarse a las gruesas chaquetas de lana.P. Jorge Castañeda ha situado en su libro la ruptura definitiva entre el Che y Fidel Castro justo después de una larga entrevista que mantuvieron ellos dos y Raúl Castro poco después de que Guevara regresase de África.

R. Es la famosa reunión de las cuarenta horas. Supimos de ella precisamente por eso, porque era tan larga y porque ahí, encerrados, estaban los, tres más duros, como decíamos entonces. Nunca se ha sabido exactamente de qué hablaron, pero sí puedo asegurar que el hombre que salió de allí era otro Che. No sólo estaba cansado, agotado, sino también muy triste. No nos atrevimos a preguntarle, pero luego supimos que les había dicho que "cuando me incorporé a la lucha ustedes me prometieron ayuda para seguir el combate en toda América Latina, especialmente en Argentina. Si me la dan me voy, pero si no me la dan también me voy". Pero con Castro ya no había nada que hablar. Después del discurso de Argelia, en el que el Che criticó el sistema de ayuda dirigido por los soviéticos, Raúl Castro fue llamado por Moscú y allí le repitieron lo que había que hacer. Entre el Che y los Castro hubo un divorcio político. El Che era antirruso.

P. Pero le prometieron ayuda para su combate en Bolivia.

R. Cuando marchamos hacia Bolivia contábamos con la promesa de un respaldo cubano en armas y avituallamiento, con el respaldo de unos barcos que podrían recuperamos en las costas chilenas. Habíamos marchado convencidos de que era el gran momento de la lucha armada, viajábamos con todo un programa para Latinoamérica. Ibamos a una lucha que tenía que durar entre 10 y 15 años, pero con la idea de regresar a Cuba a los tres años. La realidad no tuvo nada que ver con lo esperado. P. ¿La Habana ordenó que les abandonasen?

R. La orden vino de Moscú, pero La Habana la asumió, la hizo suya. El Che pecó de inocente.

P. ¿Criticaron a Castro delante del Che?

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R. Era un hombre extremadamente fiel a su palabra, y por eso le respeto, porque se fue con la palabra a la tumba. Cuando vimos que nada funcionaba, que incluso la radio, una vieja Zenith, sólo servía para recibir mensajes pero no para enviarlos, le comunicamos que pensábamos que Cuba nos había abandonado. "Es mejor que se callen", fue su única respuesta. No quiso discutir, pero tampoco nos desmintió ni nos acusó de derrotismo. Era su manera de damos la razón.

P. Cuando regresó a Cuba, ¿encontró el país cambiado?

R. Regresé en la primavera de 1968. De pronto, el ser cheísta era peligroso. No había acusación oficial, nadie te reprochaba nada, pero te iban marginando.

P. El entierro del Che, ahora, en Santa Clara es un intento de recuperar su figura de revolucionario romántico. R. Entre la juventud cubana, entre los que tienen entre 20 y 30 años, el Che es alguien detestado, el nombre que utiliza el régimen para hacerte trabajar gratis. Los estudiantes tienen dos meses de vacaciones, pero el Estado, recordando la obra revolucionaria del Che, te obliga -voluntariamente, claro- a dedicar uno de ellos a la zafra, a construir un hotel o- a cualquier otro objetivo. Si te niegas , eso figura en tu expediente. Además, ahora el Che es el último objeto mercantil revolucionario de que dispone Fidel. Ese encendedor, con la firma del Che, lo venden en las tiendas para turistas en Cuba. Los billetes de tres pesos, con la efigie del Che, se venden a cinco dólares. P. Fidel y el Che, cuando estaban en Sierra Maestra, no eran comunistas.

R. Fidel era partidario del partido único. El Che era comunista, creía en una sociedad más justa. La idea comunista la consideraba perfecta, pero no le gustaba cómo se convertía en la práctica.

P. La URSS permitía a Cuba escapar del bloqueo.

R. Lo que hicieron fue quedarse con nuestro azúcar a cambio de maquinaria que databa de la II Guerra Mundial, y todo ello en nombre del intemacionalismo y la solidaridad socialista.

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