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El antagonismo entre comunistas y sindicatos, clave de la crisis

Las razones esgrimidas por los comunistas italianos para frenar en seco la marcha del Gobierno de Prodi -desacuerdo crucial en la ley de Presupuestos- no han sido los únicos elementos que han intervenido en la larga crisis que se saldó ayer con la ruptura de la mayoría gubernamental. La rivalidad profunda entre las dos izquierdas surgidas del viejo Partido Comunista Italiano (PCI) en 1991, y,en concreto, entre Refundación Comunista y el principal sindicato del país, la confederación General Italiana de Trabajadores (CGIL), han tenido un protagonismo esencial en el desarrollo de la crisis.En vísperas de la comparecencia parlamentaria de ayer de Romano Prodi, con las últimas ofertas del Gobierno a Refundación para cerrar la fisura abierta en la mayoría, el líder comunista, Fausto Bertinotti, acusó indirectamente al secretario general de la CGIL, Sergio Cofferati, de haber puesto al sindicato al "servicio del Gobierno".

"Si finalmente se salvan las pensiones, el secretario general de la CGIL tendrá que reconocer que ha cometido un error", dijo Bertinotti, en una tertulia política de la televisión pública que bate récord de audiencia. El "error" de Cofferati habría sido el de declarar lisa y llanamente que Italia no puede seguir manteniendo el actual sistema de pensiones que permite a muchos trabajadores licenciarse a los 53 años, percibiendo un alto porcentaje del último salario. Con estas declaraciones, hechas en el momento álgido del debate sobre la necesidad del estado de bienestar, Cofferati venía a alinearse del lado del Partido Democrático de la Izquierda (PDS) y del Gobierno del Olivo.

Estilos distintos

La actitud del secretario general, del CGIL ilustra a la perfección las diferencias entre dos estilos sindicales, uno de tinte moderado y partidario de firmar acuerdos, y otro, el de Bertinotti -que también ha tenido a su Cargo las riendas del sindicato filocomunista- que se atrinchera en el no. A lo largo de todo el debate sobre el estado social, el sindicato de izquierda y los neocomunistas se han disputado a menudo, al menos sobre el papel, la defensa de los intereses de los trabajadores. La reducción del horario laboral de 40 a 35 horas semanales, una de las causas de la ruptura de Refundación con el Gobierno, era una propuesta defendida por Cofferati desde hace dos anos, aunque con distinto tono de perentoriedad que el de Bertinotti. Ahora es la bandera de acción de los neocomunistas. Y en cuanto a la cuestión de las pensiones,la firme postura de Bertinotti ha desprestigiado de alguna manera a la CGIL.

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