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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Foco de inflación

LA TENDENCIA descendente de la inflación da muestras de fatiga. En agosto, el IPC ha aumentado el 0,4%, un resultado bastante mediocre en relación con la caída en picado de los precios durante los primeros meses del año. También es una seria advertencia a los propagandistas, empeñados en atribuir todos los logros antiinflacionistas a inexistentes políticas de este Gobierno. Estaba previsto que a partir del segundo semestre de este año el espectacular descenso de la inflación se moderara, incluso que se produjera algún momentáneo repunte. Esas previsiones se han cumplido. En agosto, la tasa anual de inflación ha crecido desde el 1,6% al 1,8% y, lo que es peor, la inflación subyacente -que recoge la probable evolución futura de los precios- permanece firmemente anclada en el 2%.Vaya por delante que España cumplirá sin problemas el objetivo de inflación de Maastricht a pesar de este empeoramiento de la tendencia. Pero en la evolución reciente de los precios se aprecian algunos signos preocupantes. El primero y más grave es que la tasa de inflación de los servicios permanece clavada en tomo al 4% anual, lo cual resulta una prueba definitiva de la debilidad de las medidas liberalizadoras del Gobierno.

Más información
Un mayor consumo y el dólar elevan el IPC al 1,8% en agosto

Con este foco inflacionista de los servicios, resulta prácticamente imposible estabilizar la tasa de inflación española por debajo del 2%, que es el objetivo del Banco de España para 1998; porque para ello sería necesario que el resto de los componentes del IPC presentara de forma permanente tasas de variación cero o negativas.

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Durante los últimos meses de 1996 y primeros de 1997 el sustancial recorte de la inflación se ha fundamentado en la excelente evolución de los precios de alimentación, debido a las buenas cosechas. Pero los vientos empiezan a soplar en contra. La apreciación del dólar y sus efectos devastadores sobre el coste de los combustibles, el encarecimiento de los paquetes turísticos, la liberación de algunos precios energéticos que permanecían intervenidos -como el del butano- o el despegue espectacular del consumo convierten en obligado y urgente reducir el foco inflacionista de los servicios. Si este Ejecutivo quiere colgarse la medalla antiinflacionista, tendrá que acertar con las reformas estructurales que bajen los precios de los servicios de forma efectiva.

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