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Maradona destroza su imagen para siempre

Eran poco más de las nueve de la noche del jueves cuando se confirmó el rumor que desde la mañana quemaba en los pies como un balón de fuego. El viejo jefe de prensa de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) reunió a lo! periodistas acreditados y, con una voz que contenía ya el dolor de lo que iba a decir, leyó el breve comunicado oficial: "El control antidopaje al que fue sometido Diego Maradona tras el partido que disputaron el Boca Juniors con el Argentinos Juniors por la primera jornada del campeonato Apertura, y que contiene el frasco 011, dio positivo".

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La retransmisión del partido que esa noche jugaban el River y el Racing por la llamada Supercopa de América se interrumpió. Nadie podía volver a fijar su atención en el juego. Las cadenas de televisión ganaban espacio sobre sus programas habituales con continuos adelantos de lo que sería el tema del día en los telediarios nocturnos. Las unidades móviles salían disparadas hacia donde supuestamente estaban los que podían saber algo. Pero las primeras reacciones del médico del Boca, de los directivos y los compañeros del jugador parecían las de una pequeña multitud de boxeadores golpeados todos en las mandíbulas por un gigantesco puño. Balbuceaban, abrían y cerraban desmesuradamente los ojos y no podían ocultar la creciente inundación de una pena que ayer por la mañana ya se extendía por todo el país. Una radio que transmite para Argentina desde la ciudad de Colonia, en la orilla uruguaya del río de la Plata, llegó a difundir el rumor de que Maradona había muerto.Pero "muerto" se dice en el argot de Buenos Aires cuando alguien no da más de sí, cuando alguien no tiene ya reacción. Y Maradona seguramente debe estar "muerto" en vida. Ayer por la tarde, Diego Maradona llevaba ya más de 24 horas recluido en su piso, al norte de la ciudad. Luis Conde, vicepresidente del Boca y amigo suyo dijo que sólo había podido hablar con Claudia, la esposa: "Me dijo que está encerrado en su habitación, muy deprimido". En la rueda de prensa el presidente Mauricio Macri admitió que "es poco lo que se puede hacer ahora". Según las reglas, a Maradona podría corresponderle una inhabilitación de uno a cinco años para jugar en torneos oficiales y en partidos amistosos. El representante del jugador, Guillermo Coppola, dijo que "suspenderle ahora es como darle una pistola para que se mate".

El domingo, después del partido, desbordante de alegría porque el Boca había vencido 4-2 al Argentinos y él marcó un gol de penalti después de haber fallado los últimos cinco que ejecutó el año pasado, cuando estaba ofreciendo una improvisada rueda de prensa en el vestuario le avisaron que tenía que pasar por el control antidopaje junto con su compañero, el joven Riquelme. Maradona protestó, se le oyó decir: "Tienen el 10 siempre en la mano, pero los voy a cagar porque esta mañana me hice un control y dio negativo".

Los controles que periódicamente le realizaban el médico del Boca y quienes le asistieron en los últimos dos meses de su preparación, no eran obligatorios pero servían como un certificado de garantía para todos. "Esta vez, sí", decían. "Anda bien" creían los directivos. Pero ayer Mauricio Macri, el presidente del Boca, admitía que no bastaba con eso: "El control que se le hizo el domingo por la mañana dio negativo, pero nadie sabe qué pasó desde ese momento hasta la hora del partido. Nosotros no podemos seguirlo a todos lados como si fuera un niño". El presidente confirmaba además que la sustancia detectada por el control era la temida cocaína, a la que el jugador es adicto desde que la consumió por primera vez cuando jugaba en el Nápoles.

Los aficionados que habían vivido hasta ahora en la fantasía de un regreso que llevaba la ilusión hasta ver de nuevo a Maradona como capitán de Argentina en el Mundial de Francia que se jugará el año próximo, se enteran que por debajo de la aparente fortaleza física y mental recuperada por el jugador tras un tremendo esfuerzo, en la entraña de su intimidad seguía consumiendo cocaína. Las inesperadas ausencias de los últimos dos meses se atribuían a "fatiga muscular", "dolores en las piernas" y a "la necesidad de recuperación" después de entrenamientos tan intensos. Pocos sabían que esa no era toda la verdad.

La excusa de que la cocaína es una "droga social" que no contribuye a mejorar el rendimiento deportivo se presentaba ayer como un argumento salvavidas para Maradona. "En su caso, por todo lo que significó para el fútbol argentino, por lo que pueda ocurrir, debería contemplarse la situación antes de condenarlo", decían los que intentaban desesperadamente evitar una sanción que le va a obligar al retiro definitivo de la práctica profesional del fútbol. La AFA tiene que decidir la sanción que le corresponde al jugador, que ya tiene antecedentes. A un mes de cumplir 37 años y en su estado, sólo unos pocos meses de condena bastarían para que nunca más vuelva a jugar en competiciones oficiales.

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