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EE UU y la OTAN

Durante las extensas conversaciones mantenidas recientemente sobre la inminente ampliación de la OTAN, los europeos han prestado relativamente poca atención a las diversas crisis de "identidad" y "rnisión" que han padecido las fuerzas militares de Estados Unidos. Los ejércitos estadounidenses, que por dos veces han salvado a Europa en este siglo de la conquista alemana, eran ejércitos no profesionales, compuestos en su mayoría de hombres reclutados "para lo que durara la guerra" y que arriesgaban su vida voluntariamente en defensa de la libertad política tal como se valoraba en Europa y en el hemisferio occidental. El estamento militar, tanto en 1917 como en 1941, era tan reducido que incluso la gran mayoría de los oficiales que fueron enviados a Europa eran hombres procedentes de la vida civil y que volvieron a esa vida inmediatamente después de las guerras. Además, durante la II Guerra Mundial, el mando supremo estuvo en manos de dos magníficos generales, George Marshall y Dwight D. Eisenhower, que compartían los mejores valores civiles de la democracia anglosajona y que estaban profundamente comprometidos con la reconstrucción de una Europa libre.La situación actual, y para el futuro previsible, es sustancialmente distinta, como se verá tras examinar los siguientes factores. Para empezar, como consecuencia de la guerra fría y de las guerras coreana y vietnamita, Estados Unidos ha pasado de tener un estamento militar muy pequeño a ser el país cuyo presupuesto militar actual -a pesar de haber sido reducido en una tercera parte desde los años de Reagan- es casi igual a la suma de los presupuestos militares de China, Rusia, Japón y Europa occidental.

Al mismo tiempo, ni la guerra coreana ni la vietnamita disfrutaron del entendimiento y aprobación populares de que gozó la participación en las dos guerras mundiales. Ante el sentimiento antibélico de la población civil y la baja moral de los reclutados, Estados Unidos decidió acabar en 1973 con el servicio militar universal y crear unas Fuerzas Armadas com-, puestas totalmente de voluntarios. Un ejército voluntario dirigido por oficiales de carrera pierde pronto el contacto espiritual con la población civil, un peligro que amenaza a todos los regímenes democráticos que se arriesgan a depender enteramente de Fuerzas Armadas voluntarias. Al mismo tiempo, se ha explicado al Congreso el mantenimiento de este inauditamente costoso estamento mediante la teoría de que Estados Unidos debe estar listo en todo momento para luchar simultáneamente en dos guerras regionales (es de esperar que pequeñas) y debe ser tan abrumadoramente superior en armamento que esas guerras se puedan llevar a cabo sin que haya prácticamente bajas estadounidenses (como en la guerra del Golfo).

En su toma de posesión como presidente, Bill Clinton fue desairado abiertamente por oficiales de carrera que consideraban que, como hombre que había eludido el servicio militar en los años de Vietnam, no merecía ser respetado como el comandante en jefe constitucional. Los primeros intentos del presidente para que se aceptara a los homosexuales en el estamento militar, siempre que fueran discretos en su conducta individual (criterio aplicable a la sexualidad de cualquiera en una comunidad civilizada), no tuvieron éxito. La reputación de las Fuerzas Armadas también se ha visto empañada en años recientes por el conocimiento gradual, décadas después, de las atrocidades cometidas en Guatemala y El Salvador con la connivencia militar estadounidense (atrocidades que harían parecer el escándalo de los GAL como un juego de niños si la prensa estadounidense le prestara una atención parecida a la que se ha prodigado a los GAL en España).En los últimos meses, los militares también han sufrido un severo ataque de puritanitis, una enfermedad cuya aparición es siempre signo de incertidumbre y desorientación en la vida pública norteamericana. La primera mujer que pilotó un B-52 ha sido obligada a abandonar el servicio por adulterio, y un general de cuatro estrellas que estaba a punto de convertirse en jefe de la Junta de Jefes de Estado Mayor ha retirado su candidatura debido a la "vergonzosa" revelación de que cometió adulterio hace unos años estando separado de su mujer, de la que finalmente se divorció. A otros mortales menos importantes se les ha tratado de forma incongruente, castigando a algunos por sus pecados sexuales y permitiendo que otros salgan librados con ligeras amonestaciones.

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Machismo al más puro viejo estilo, y no mentalidad puritana, es lo que ha sido revelado en una serie de consejos de guerra, la mayoría contra suboficiales acusados de violación y de diversas formas ligeramente menores de abuso sexual cometidas contra soldados bajo su mando, tanto del sexo opuesto como del propio. Una proporción sospechosamente elevada de los supuestos culpables son negros, y la gran mayoría de las quejas "calientes" proceden de blancos, por lo que el problema de las relaciones raciales forma parte de estos casos. Las mujeres se han convertido en los últimos años en una fracción importante de la fuerza voluntaria total, y hasta ahora han recibido instrucción junto a los hombres. Los muchos casos recientes de abuso sexual están llevando a las Fuerzas Armadas a reconsiderar su política de adiestrar a los reclutas de ambos sexos en unidades conjuntas.

Los párrafos anteriores dan claro testimonio de las incertidumbres que afectan a la moral militar estadounidense e indican feas tensiones tanto dentro de las Fuerzas Armadas como en su relación con el mundo civil, del que cada vez están más separados. Y la doctrina de poder luchar simultáneamente en dos guerras con abrumadora superioridad tecnológica fue una razón muy importante de que Estados Unidos fue tan lento a la hora de comprometerse en Bosnia y también ha impedido que la OTAN arrestara a los principales criminales de guerra en el territorio de la antigua Yugoslavia.

Actualmente, y tal como indiqué, en un artículo anterior (EL PAIS del 6 de mayo), la OTAN se está preparando para ampliarse hacia el Este, a pesar de los inevitables e innecesarios conflictos futuros que esto ocasionará con Rusia y a pesar del hecho de que lo que los países implicados necesitan realmente es un Plan Marshall 1997 que les permita integrarse en la Unión Europea en un próximo futuro. Ya están apareciendo artículos en la prensa que detallan las pobres condiciones de las Fuerzas Armadas en los países candidatos y que se preguntan en voz alta quién pagará la adquisición de una tecnología astronómicamente costosa y la formación necesaria para utilizar esta tecnología.

Sin repetir los mismos argu-

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mentos de nuevo, pido a los europeos que consideren qué ocurrirá cuando se presente el futuro de la OTAN ante el Senado norteamericano. La "carta" platónica firmada por Yeltsin y Clinton no necesitó la confirmación del Senado (ni de la Duma), pero la remodelación de la alianza sí es un tratado que requiere confirmación. El Ejecutivo norteamericano, que teme con razón el hecho de que el Senado apenas ha oído hablar de Eslovenia y que también se mostrará reacio a comprometer a la nación a defender las fronteras orientales de Rumania, ya ha indicado tajantemente que sólo Polonia y la República Checa y Hungría serán invitadas a unirse a la OTAN en estos momentos. En Estados Unidos hay los suficientes votos de la segunda generación de inmigrantes eslavos como para que sea bastante probable que el Senado confirme a los tres países mencionados.

Pero sería muy imprudente por parte de Europa pensar en un Estados Unidos comprometido con el futuro europeo al mismo nivel que lo estuvo en la guerra para derrotar a Hitler en defensa de la democracia. El estamento militar no está muy seguro de su propia misión, y no existe un intercambio informal y constante de ideas e ideales como lo había entre los oficiales de carrera y los ciudadanos que servían como soldados durante cortos periodos de tiempo durante las dos guerras mundiales. El presidente Clinton se refiere en términos generales a los derechos humanos y habla de un nuevo Plan Marshall en el 50º aniversario del proyecto original. Pero está dejando los detalles específicos y la financiación a Europa. Él y Javier Solana son caballeros con las mejores intenciones, con una notable capacidad para decir lo que distintas audiencias desean oír, a la vez que mantienen una "plausible capacidad de negación" como defensa contra futuras desilusiones. Pero incumbe a los europeos examinar con mucho más cuidado la composición actual de las fuerzas militares estadounidenses y los probables compromisos reales, o ausencia de ellos, de Estados Unidos en las próximas décadas.

Gabriel Jackson es historiador.

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