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Las fuerzas rebeldes tutsis amenazan con tomar la capital de Zaire

Envalentonado por la conquista de Kisangani (tercera ciudad de Zaire), el líder de los rebeldes banyamulengues, Laurent Kabila, ha amenazado con marchar sobre la capital, Kinshasa, si el presidente zaireño, Mobutu Sese Seko, no dimite y da paso a un Gobierno democrático. Otro de los objetivos militares inmediatos de Kabila es Lubumbashi (la segunda ciudad del país), principal centro minero -oro, dimantes, cobalto y manganeso- de Zaire.

La situación en Kisangani es de calma, aunque no totalmente segura. El propio Kabila aplazó ayer una visita a la ciudad con la excusa de que los caminos aún están minados. Sin embargo, no hay fuerzas lealles a Mobutu en los alrededores. Huyeron por el río Zaire (antiguo Congo). Unos hacia el norte, otros hacia Ubundu, al sur, donde se están agrupando los refugiados hutus y restos del antiguo Ejército ruandés. Ahora son hostigados por los mai mai, la fuerza de choque de los banyamulengues. Algunos testigos hablan de "numerosos muertos". Varios mercenarios serbios, contratados por el régimen de Mobutu para defender Kisangani, han perdido la vida. Algunos fueron asesinados, por los propios soldados zaireños porque les impedían huir.Los ciudadanos de Kisangani que se han quedado en la ciudad (la mitad de los 600.000 originarios) han recibido a los rebeldes con los brazos abiertos. "Esperamos que los nuevos líderes no tomen el mismo mal camino de los anteriores", dijo un empresario, que prefirió mantener el anonimato."Esto nos da confianza para invertir, hacer negocios sin miedo... Lo hemos estado esperando durante 30 años". Los banyamulengues se han distinguido hasta ahora en las zonas bajo su control por una administración que persigue la corrupción, e cáncer del régimen de Mobutu.

El presidente zaireño, que tenía previsto regresar hoy a Kinshasa, ha vuelto a posponer su vuelta. Seguirá en la Costa Azul francesa. Lo anunció ayer, Kabuya Lumuma Sando, su portavoz. Mientras, en Kinshasa se disparan los rumores, entre ellos el de golpe de Estado. Bien contra el primer ministro Leon Kengo wa Dondo, o contra el propio Mobutu. Estos rumores muestran, sin embargó, la existencia de un creciente descontento militar.

Demasiados riesgos

En este ambiente es impensable que Kabila se arriesgue a marchar sobre Kinshasa, a 1.200 kilómetros al suroeste de Kisangani. No lo necesita. Un avance de esas características muy alejado de esa base logística (Goma) pondría en peligro su victoria. Los analistas creen que lo lógico es que avance hacia el sur, a Katanga, provincia riquísima en minerales, y que muestra una evidente simpatía por los banyamulengues.

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La toma de Kisangani es la respuesta de Kabila a los manejos de Francia, que pretendía organizar algún tipo de fuerza para impedir la caída de la ciudad con la excusa de proteger a los refugiados hutus. Ahora, el Ejército zaireño no tiene posibilidad alguna de lanzar un contraataque. Kabila, protegido por EE UU, condiciona todo alto el fuego a una negociación directa con Mobutu.

En Goma, mientras, la fiesta es grande. La discoteca Coco Jambo vivió en la madrugada del domingo una jornada alegre con música y baile. La entrada costaba 725 pesetas, algo que no está aún al alcance de cualquiera. Y es que la revolución tienen sus límites.

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