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Soledad y miedo

El conflicto, visto desde un camión en tránsito por el corredor del Mediterráneo

Tereixa Constenla

Los 969 kilómetros que separan Almería de La Jonquera, en la frontera hispano-francesa, son salvados por los transportes internacionales con escasos sobresaltos. A diferencia del resto del territorio, la huelga del sector está pasando de puntillas sobre las vías que recorren el arco mediterráneo. El chófer almeriense Ramón Baños, al que acompañó EL PAÍS en este recorrido, cruzó el paso fronterizo tras 12 horas de conducción sin obstáculos. Sólo un incidente aislado -algunos camiones fueron apedreados a la entrada en Murciana- perturbó la circulación de los transportistas por el Levante español durante las dos últimas jornadas. "Fedatrans , la organización convocante de la huelga, sigue sin sentarse a la mesa de diálogo". No hay noticias nuevas en el conflicto, indica la voz neutra de la informadora de RNE en el boletín de. las 20.00 horas del viernes. El camión que conduce Ramón Baños López, para entonces, ha sobrepasado los invernaderos almerienses que nutren su carga -18.000 kilos de hortalizas con destino a Perpignan (Francia)-

"Me han tirado un peñascazo bueno, los cabrones", farfulla un chófer indignado a través de su emisora. A Ramón Baños, con cuatro años de experiencia en la carretera, le muda el semblante: "Tenemos que ir siempre peor que los delincuentes, cuando no es por una cosa, es por otra". El conductor no se explica las razones que ocultan una agresión semejante: "Las huelgas se pueden hacer sin matar a nadie".Una oleada de temor ante el incierto trayecto que les espera hasta sus destinos recorre el interior de las cabinas. La radio se convierte en una especie de diván que les ayuda a combatir la cólera, la frustración, la soledad o el miedo.Ramón atendía antaño por Flequillo loco, en homenaje al tupé de rocker que exhibía. Tupé y mote han caído a la par: "Requiere mucha atención y tiempo. Trabajando en el camión no se puede". El chófer sigue, a sus 25 años, fiel a su alma rockera, que cultiva en cada ruta con clásicos como Little Richard o Elvis Presley.Seis jornadas semanales en carretera requieren múltiples distracciones para evitar el sueño y el aburrimiento.Ramón Baños defiende la justicia de la convocatoria, pero, como asalariado de una pequeña empresa de transportes, se siente ajeno a ella: "Tener un camión no es ningún negocio. Da para ir viviendo y poco más. Me parece muy justo todo lo que están pidiendo para rebajar el gasóleo y jubilarse antes". Luego se justifica: "Si la huelga es para autónomos, y mi jefe lo es, yo, hoy, no debería estar circulando".Un colega de itinerario irrumpe por las ondas con un juicio contundente: "Estos de Fedatrans son radicales de HB o algo así, no todos serán etarras, pero la mayoría... ni se han sentado a negociar. Las huelgas hay que hacerlas bien, entre todos". Sin estar del todo de acuerdo, el camionero almeriense destaca la crudeza de la profesión: viajes a contrarreloj para depositar la mercancía en destino, somnolencias peligrosas y enfermedades profesionales que se acusan a la larga. "Jugamos mucho con el sueño. Y siempre en tensión. Esto no está pagado". Cuando deja atrás La Jonquera, Baños ha salvado cerca de un millar de kilómetros, ocho provincias españolas y su inicial desconfianza respecto a la llegada a destino por mor del conflicto laboral. "Suelo tener suerte. También me libré del follón francés".

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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