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LA CRISIS DE LOS REHENES

El Gobierno peruano exhibe a la policía para mejorar su posición negociadora

Juan Jesús Aznárez

Aunque peligrosos por sus imprevisibles consecuencias, los zafarranchos de combate ejecutados por la policía peruana junto a la Embajada japonesa, tomada hace 39 días por el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), más parece buscar el reforzamiento de la posición del Gobierno en un eventual proceso negociador que ensayar una solución de fuerza. El asalto parece descartado, de momento.

El redoble de tambores, el más espectacular desde el comienzo de la crisis, se produjo la madrugada de ayer e incluyó el sobrevuelo de helicópteros, la marcha lenta de dos transportes de tropas con ametralladoras pesadas a metros de la mansión, y el amenazador avance de un pelotón antiterrorista con fusiles de asalto y visores nocturnos en los cascos. Durante el despliegue, tiradores de precisión con mira telescópica y silenciador apuntaron hacia la casa bajo asedio.A las 17.15 de ayer los miembros del comando secuestrador dispararon seis tiros de advertencia cuando se acercaba a pie otra patrulla. La mayor presencia policial es paralela al aparente punto muerto de los contactos entre el Gobierno y el MRTA. La Cruz Roja Internacional, que vela por la salud física y mental de los 73 rehenes, interrumpe sus funciones durante las mañanas y luego las reanuda. El presidente Alberto Fujimori avisó ayer de que van a proseguir los movimientos policiales y el organismo internacional deberá ceñirse a su trabajo humanitario. El viernes la Cruz Roja había marcado con pintura las zonas de trabajo que supuestamente no debía traspasar la policía. Los boinas negras peruanos las cruzaron varias veces.

El comando del MRTA mientras tanto responde al despliegue militar con cánticos revolucionarios y la amplificación de su himno, y el nacional grabados en una casete a través de un megáfono. "¡Resistiremos hasta el final!", gritaban también. Un asalto militar a la casa del embajador nipón no parece probable de momento. Temiendo una matanza se opone Japón y el embajador estadounidense, Dennis Jett, dijo que sería "un error".

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