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Un incidente a tiros impide el acuerdo sindical para una huelga en Argentina

Juan Jesús Aznárez

Recuperada la discusión a puñetazos que caracterizó buena parte de historia, con la incapacidad de acuerdo, el sindicalismo argentino ha postergado una decisión sobre la fecha de la nueva huelga general contra el programa económico del Gobierno de Carlos Menem después del enfrentamiento a tiros registrado este martes entre militantes de la oficialista Confederación General de Trabajadores (CGT) y el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA), desgajado de la CGT y radicalmente opuesto a las políticas del Ejecutivo. Pistoleros en las filas del sindicato mayoritario, varios albañiles, dispararon con revólveres y lanzacohetes caseros contra una columna de camioneros del MTA, que derribó una alambrada y pretendió irrumpir en una asamblea de la CGT. Seis trabajadores de este gremio, resultaron heridos, uno de ellos de gravedad.La cúpula del sindicalismo peronista ha negado responsabilidades en los sucesos ocurridos en el solar de Ezeiza, a 40 kilómetros de Buenos Aires, y el Gobierno rechazó que hubiera instruido el grave alboroto para impedir nuevas protestas sindicales dividiendo a sus promotores. "Tengo serias sospechas de que pudo haber habido incitadores profesionales para boicotear la reunión", subrayó Gerardo Martínez, secretario general de la CGT, quien se apresuró a pedir perdón por el vergonzoso episodio. Para el secretario general de la presidencia del Gobierno, Alberto Kohan, sería injusto culpar al Ejecutivo.

Un nuevo paro

Cuando sucedieron los choques la central obrera más próxima a Gobierno peronista discutía un nuevo paro, de 36 horas, ampliatorio de la generalizada huelga general del pasado día 8, en tanto que el MTA, donde también se vieron armas, propugnaba 48 horas. Partidos de la oposición convocaron ayer a un apagón de cinco minutos el 12 de septiembre, seguido de caceroladas y todo tipo de estruendo para hacer oír en casa del Gobierno sus denuncias contra los resultados del liberalismo económico.Momentos antes de la gran bronca, el sindicalista Armando Cavalieri trataba de conciliar con dos disidentes del MTA: "Muchachos, ustedes quieren 48 horas, nosotros 36, no hagamos quilombo por 12 horas de diferencia. Vengan y lo arreglamos". Se fueron sin poder llegar a un acuerdo. Cavalieri creyó identificar a quienes organizaron el choque: "No eran gente humilde, estaban vestidos con traje y usaban Movicom [teléfono celular]". En las secuencias de televisión reclamadas por el juzgado encargado de los hechos hay de todo: trajes y zamarras de bracero.

¿Qué discutían?, se pregunta Atilio Cadorín, comentarista del conservador diario La Nación. "Las negociaciones con el Gobierno, que después del último paro es capaz de conceder muchas cosas y provocar hechos impensables con tal de no volver a encontrarse con el escenario del 8 del actual".

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