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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

¡Enhorabuena!

ESPAÑA HA confirmado en Atlanta su buena forma deportiva. Las expectativas han sido superadas, y nuestros deportistas han hecho vibrar de emoción a millones de españoles, obligando a muchos de ellos a trasnochar para seguir en directo sus hazañas o las de unos héroes deportivos de fulgor supernacional, como Michael Johnson o Carl Lewis. Tras las cuatro de Seúl en 1988, por no recordar anteriores etapas ralas, las 22 medallas españolas en Barcelona habían hecho pensar en un hecho aislado, propio de un país anfitrión. Con las 17 medallas logradas en Atlanta, España se ha consolidado como potencia deportiva media, a tono con su rango mundial. El apoyo público y privado al deporte español no habrá sido en vano.España ha ganado medallas en diez especialidades. deportivas -pocos países pueden jactarse de ello-, tanto individuales como en deportes de equipo. Una buena parte de nuestros medallistas son deportistas de gran renombre internacional (Induráin -el último Tour quedará como un pinchazo en su carrera-, Olano, Cacho, Arantxa, Conchita, Bruguera o Zabell), que ganan títulos año tras año y que han refrendado sus éxitos en los Juegos. No hay, pues, improvisación ni milagros, sino planificación y solidez.

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España alcanzó las 17 medallas

En el plano internacional, EE UU se confirma como la primera potencia deportiva mundial. Su dominio del medallero ha sido apabullante. Han sido verdaderamente los primeros juegos de la posguerra fría. Los primeros en que el comunismo europeo -que tan polémicos sistemas de formación, de deportistas practicaba- y la Unión Soviética, aún presente en cierta forma en Barcelona a través del insólito equipo unificado, son ya cosa del pasado. Rusia se coloca como segunda potencia mundial, algo lejos de lo que fue en su día la URSS, y Ucrania brilla con luz propia. La unificación ha mermado la fuerza deportiva. alemana, mientras en Atlanta han triunfado Francia, Italia y el próximo anfitrión de los Juegos Australia. El Reino Unido se ha hundido, lo que está provocando una viva polémica hacía una política deportiva que había confiado en una iniciativa privada que ha fallado a la hora de patrocinar a los equipos olímpicos. Y África, emergente desde hace años en el panorama atlético, sigue su progresión.

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Los Juegos de Atlanta se han visto ensombrecidos por el artefacto que hizo explosión en el parque Centenario de Atlanta causando dos muertos, y que, al seguir a la explosión del avión de la TWA en Nueva York, generó en Estados Unidos una psicosis de terrorismo. Pero más allá de estos lamentables hechos aún por dilucidar, Atlanta no pasará a la historia de los Juegos Olímpicos como ejemplo de buen hacer. Problemas de organización, comunicaciones, información y transporte han salpicado estos Juegos, y no sólo para el público que acudió a la ciudad de la Coca-Cola y la CNN. El secuestro de un autobús por remeros británicos y polacos para poder llegar a su prueba queda como un hito del acontecer olímpico.

Los de Atlanta han sido los primeros Juegos Olímpicos sufragados casi íntegramente por aportaciones privadas. Y probablemente los últimos. Pues, a, pesar de que acaben cubriendo gastos o incluso generen beneficios, el propio presidente del COI, Juan Antonio Samaranch, ya ha advertido de que en próximos Juegos no se dejará tal grado de autonomía y exclusividad al sector privado. Barcelona 92 viene a recordamos que la economía mixta, en acontecimientos de tal magnitud, no es mala cosa, y su éxito organizativo sigue constituyendo una referencia olímpica.

Esta madrugada, al Clausurar los Juegos, Samaranch citó a los deportistas para dentro de cuatro años en la bella Sidney. Mantener alto el pabellón español implica perseverancia en un esfuerzo que ha puesto a España, deportivamente, en su sitio. Al equipo olímpico español sólo resta decirle: ¡enhorabuena!

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