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Proyecto Hombre muestra un 50% de éxito en rehabilitación de presos toxicómanos

Gran parte del 37% de abandonos del programa coincide con el final de la condena

La organización no gubernamental Proyecto Hombre ha acogido entre 1991 y 1994, para rehabilitarles, a 2.628 drogodependientes con causas penales. Con un estudio sobre 225 casos en los centros de Madrid, esta ONG intenta demostrar que la medida es eficaz para la reinserción y deshabituación de un 50% de los delincuentes adictos. Los que abandonan el tratamiento -casi un 37%- tampoco suponen un peligro social, ya que lo suelen hacer coincidiendo con el fin del cumplimiento de su pena. El resto sigue en desintoxicación.

La relación droga-delincuencia es el fenómeno social más dramático de la última década. Distintas estadísticas coinciden en situar a las drogas como la causa del 80% de los ingresos en las cárceles españolas. Sólo Proyecto Hombre, una de las 22 ONG que trabajan en la recuperación de toxicómanos en España, constata que dos de cada tres chicos que recibe para tratamiento han pasado alguna vez por comisaría. Un 22%, una media de 15 veces. En resumen, entre un 60% y un 75% de toda la población atendida tiene antecedentes penales o juicios pendientes.

Mito social

Partiendo de que el problema está en la adicción, con privación o no de libertad, Proyecto Hombre, la asociación más extendida en España, "lleva años luchando para romper el mito social de que el drogadicto entra por una puerta y sale por la otra", afirma Gustavo Aguilar, asesor jurídico de la ONG. "La gente no quebranta condenas. Han descubierto que no somos una alternativa a la cárcel, sino a su libertad", insiste.El estudio se centra en 225 personas que se han beneficiado entre 1992 y 1995 de las posibilidades de la ley para la reinserción del toxicómano delincuente en centros de tratamiento, bien con la sustitución por el juez del ingreso en prisión o el acortamiento del tiempo de cárcel. Derivados desde los órganos jurisdiccionales, accedieron a tratamiento 130 toxicómanos y 90 por instituciones penitenciarias. La gran mayoría de sus condenas eran inferiores a un año, situación en la que los jueces se muestran más proclives a cumplimientos sustitutorios. Aun así, existe un porcentaje del 11% de condenas de más de dos años.

Los resultados de la evaluación de Proyecto Hombre muestran hasta ahora que el 20% de la población atendida en estas circunstancias "ha culminado con éxito el tratamiento rehabilitador, habiendo consolidado un buen proceso de reinserción social". Pero además existe otro 30% que ha terminado su fase de desintoxicación y se encuentra ya en pleno proceso de reinserción social y laboral. Esto significa, en palabras de Gustavo Aguilar, que estas personas "han hecho un trabajo serio de rehabilitación personal y tienen grandes expectativas de no recaer en el consumo".

El aterrizaje en la sociedad de estos delincuentes rehabilitados tiene, no obstante, que vencer el obstáculo que supone su particular plinto de partida. Antes de la droga, antes de la automarginación que conlleva, no había nada o muy poco. Según indica Aguilar, un 66% no tenía acreditado ni un graduado escolar y el 93% se encontraba fuera del mercado laboral.

El informe de Proyecto Hombre no hace tanto hincapié en la posibilidad de reinserción del adicto delincuente como en romper el miedo a la peligrosidad que podría suponer la excarcelación. El índice de abandono del tratamiento se sitúa casi en un 37%, si bien es verdad que en un alto porcentaje coincide con el fin de la condena impuesta. La mayoría de estas deserciones se produce en la fase inicial de acogida.

Ante estos datos, Proyecto Hombre no oculta que "existe una alta tasa de instrumentalización de la realización del programa terapéutico, a efectos de no ingresar en prisión". Otro porcentaje reingresa voluntariamente en la cárcel y otro, aún más pequeño, debe ser reclamado en busca y captura, según indica Gustavo Aguilar.

Para esta organización, el nuevo Código Penal no aporta grandes novedades respecto a la situación que venían manteniendo.

"Lo que ha hecho es perpetuar una línea jurisprudencial que ya estaba consolidada", indica Aguilar. "Donde hay que seguir luchando es por ganar en sensibilidad de jueces, legisladores y sociedad civil, que todavía, no se fía de que estos colectivos sean susceptibles de reinserción". Y si al final se gana esta batalla, algo más habrá que articular, dice Aguilar, "porque las ONG no somos capaces solas de asumir la demanda de tratamiento que hay en las cárceles".

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