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Entrevista:Carlos SolchagaEx ministro de Economía

"No ha ventajas fuera del euro"

Jesús Mota

Carlos Solchaga fue uno de los impulsores del Tratado de Maastricht, con su configuración de exigencias y sus plazos. Hoy, fuera de la órbita política, el ex ministro de Economía se muestra categórico al defender el Tratado, sus plazos y la moneda única, frente a quienes, como Miguel Boyer, han cuestionado abierta y abruptamente la moneda única.Pregunta. El debate sobre la moneda única ha alcanzado grados muy radicales. Da la sensación de que el debate se suscita cuando llega el momento de cumplir de verdad con Maastricht.

Respuesta. Sin duda. Pero no es un asunto exclusivo de los españoles; también se está discutiendo en Alemania o en Francia. Es normal que el debate tenga ahora mayor relevancia y, en algunos casos, mayor virulencia.

P. Miguel Boyer ha planteado los términos técnicos del debate. El motivo principal de controversia está en el tipo de cambio, en si debe ser variable y permitir las devaluaciones o fijo como en la moneda única. ¿Cuál es su opinión?

R. Si hay libertad de movimientos de capitales, existen dos opciones de tipo de cambio compatibles con ella. La primera es tipos de cambio totalmente libres, que, en teoría, permiten una política de tipos de interés de ajuste de la economía. Por ejemplo, si los tipos que se fijan son inferiores a los internacionales o a los que espera el mercado, saldrá dinero del país y, por tanto, el tipo de cambio bajará. El otro modelo compatible es el de la moneda única. El modelo más difícil y menos conveniente es el que vivimos ahora, con un compromiso del tipo de cambio casi fijo, con límites de fluctuación, y, al mismo tiempo, con libertad de capitales.

P. Pero ¿existe realmente una política de tipo de cambio autónoma en la actualidad?

R. España está en el Sistema Monetario Europeo y puede hacer lo que le permiten las circunstancias, es decir, lo que permite la. política del Bundesbank. ¿Podríamos salirnos del esquema monetario europeo? Mi opinión es que no. Los únicos que se han salido son el Reino Unido e Italia y la situación de estos dos países ambos es muy diferente. En el Reino Unido pueden vivir relativamente bien, porque hay una tradición de independencia de la libra y un gran centro financiero que es Londres; y en Italia no saben cómo hacer para volver.

P. Usted defiende que es mejor formar parte del euro en 1999.

R. No me cabe la menor duda de que es mejor estar dentro. Estar fuera significa que la moneda es menos creíble y, por tanto, que hay que pagar una prima de riesgo por país en forma de tipos de interés más altos. De manera que los esfuerzos de convergencia para reducir el déficit público se harían en condiciones peores, con tipos de interés más altos y con un servicio de la deuda más caro. Yo no veo la ventaja de quedarse fuera. Pero, por seguir la argumentación hasta el final, ¿es que alguien puede decir que si no se está en la moneda única se puede hacer la política de tipo de cambio que se desee? Nada de eso. Porque los países que formen parte de la moneda única pedirán que, para que se preserve el mercado interior y las reglas de juego basadas en la competitividad y no en las devaluaciones competitivas, los países qué queden fuera tengan una relación de cambio con el euro parecida a la que existe ahora en el SME. Fuera de la moneda, única habrá que mantener la disciplina de cambio y hacer los mismos esfuerzos de convergencia; porque, a no ser que se denuncie unilateralmente el Tratado, España ha firmado que quiere entrar en la UEM, y que pretende hacerlo en la primera clasificación de países, pero que, si no, seguirá haciendo esfuerzos para unirse a la moneda única.

P. En el caso de los tipos de cambio variables, ¿no son los mercados los que presionan para producir devaluaciones?

R. Es otro aspecto de la cuestión: los tipos de cambio no se establecen a voluntad, sino que los establecen los mercados. Las devaluaciones de la peseta, por ejemplo las dos últimas, no las hace el Gobierno, sino que los mercados se las hacen al Gobierno y a todos los españoles. Miguel Boyer, en algunas declaraciones, vino a decir: "Bueno, es, que eso es precisamente lo que yo quiero, que nos las hagan los mercados". ¿Y cuál es la ventaja de esto? ¿Qué es lo que quiere decir? ¿Vamos a comportarnos aquí, por decirlo de forma exagerada, como si aumentando la oferta monetaria pudiéramos crecer más, y aumentar el empleo aun a costa de producir más inflación? El paso siguiente sería que los mercados devaluaran la peseta sistemáticamente, lo que produciría inestabilidad y falta de credibilidad. Es decir, llevándolo al extremo, deberíamos estar produciendo siempre un nivel de inflación suficiente para justificar una devaluación permanente. No veo cuál es la virtud de esto.

P. Empieza a difundirse una explicación según la cual la unión monetaria en torno al euro responde a la megalomanía alemana.

R. Los alemanes son los únicos que pueden perder en términos de estabilidad monetaria yendo a la unión, sin ganar nada prácticamente en términos de poder político. ¿Por qué pueden perder? Pues porque hay que suponer que una moneda que sea mezcla de una moneda estable, como es el marco, y otras más inestables, será en principio menos estable que el marco. Tampoco ganan nada en materia de soberanía de política económica, más bien pierden; porque hoy, las decisiones del Bundesbank son seguidas por todos los demás países en cuestión de minutos o de horas. El Buba marca el tono en cuestión de política monetaria y tipos de interés en toda Europa. Pero ¿qué va a pasar si existe un euro y la política monetaria se decide en el Banco Central, donde estarán representados en el Consejo los países miembros? Pues que alguna influencia tendrán para matizar las opiniones de los representantes del Bundesbank. Alemania corre el riesgo de ir a una moneda menos estable y no gana en términos de hegemonía política. Hay otra explicacion, en la que yo creo. Es un país que ha estado siempre en conflicto con los países del sur y con los eslavos. Hoy, Alemania tiene la inquietud de que, si es muy poderosa y mantiene una política autónoma alejada del resto de Europa, puede producir recelos y versé rodeada por países recelosos y hasta hostiles. Quienes tienen esa visión de Alemanía, como Kohl, prefieren renunciar a un poco de poder y ejercerlo en un sistema cooperativo.

P. El esquema de la UEM ¿es conveniente para España? .

R. ¿Por qué no nos va a beneficiar? ¿Somos más independientes de la influencia del Bundesbank de lo que es el Banco de Francia? Somos igual de dependientes. Siempre vamos a estar con ese nivel de dependencia, dentro o fuera. Será mejor participar, aunque sea modestamente, en las decisiones que se tomen sobre política monetaria y política de tipo de cambio frente al resto del mundo. Nosotros todavía Í somos de los países periféricos con logros mediocres en la lucha contra la inflación. Ese pioblema desaparecerá para nosotros al día íguiente de entrar en la UEM; no habrá nadie que desconfíe de invertir en España como consecuencia de que los tipos de interés puedan variar por la inflación.... porque habrá un solo tipo de cambio y un solo tipo de interés; y nuestra in ación será a la europea lo que la de Castilla-La Mancha o Cataluña es a la española.

P. ¿Hay que respetar los plazos y mantener la fecha de 1999?

R. Estoy convencido de que es necesario, ya que el Tratado en esta materia no permite una interpretación flexible. Sería preciso que por alguien se denunciara este aspecto del Tratado de la Unión para que se pudiera obviar el problema de los plazos. Pero hacerlo tampoco representaría una solución al problema. Me resulta más fácil imaginar un cumplimiento de los plazos con una incorporación progresiva, en tiempo relativamente corto, de un número suficiente de países, que la ruptura del compromiso temporal.

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