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Samper sabía que el 'cartel de Cali' financió candidatura, según el jefe de la campaña

¿Usted a quién cree más: al presidente o al ex ministro Botero? Ésta fue la encuesta que realizaron ayer varios informativos matutinos en Colombia, y la pregunta refleja claramente la confusión en que amaneció el país andino después de una noche en la que el presidente, Ernesto Samper, y el hombre fuerte que lo llevó al poder, el ex ministro de Defensa Fernando Botero, se acusaron mutuamente de mentirosos. El primer golpe lo dio Botero, hijo del universalmente famoso pintor y escultor. En la Escuela de Caballería, que le ha servido de cárcel desde el 15 de agosto, reveló a una televisión su versión de los hechos: 'EI presidente sí sabía del ingreso de dinero del narcotráfico [del cartel de Cali] a su campaña". Lo dijo con gesto y voz que parecían confirmar. la tristeza por su confesión. Y añadió: "Está seriamente comprometido con estos hechos".

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Fue una revelación que dejó sin aliento a quien la escuché. Tal vez nadie dudó de este testimonio en vivo que dio a tres medios de comunicación extranjeros y uno colombiano el ex ministro y que parecía al fin poner algo de claridad en el escandaloso proceso 8.000, que investiga la entrega de dinero del narcotráfico a las campañas electorales y, más concretamente, a la de Samper.[Un alto funcionario del Departamento de Estado norteamericano señaló que EE UU está "muy preocupado" por las declaraciones de Botero. El funcionario di . o no estar al corriente de las supuestas presiones ejercidas por Washington sobre Botero para que hablara ni del viaje del director de la CIA a Bogotá la semana pasada, con ese eventual propósito, informa France Presse].

"Me da tristeza", repitió Botero más de siete veces en los 30 minutos de entrevista. "Tristeza porque quiero mucho al presidente Samper y a su familia", aclaraba antes de decir que su verdad permitiría al país salir adelante.

La declaración de Botero, quien antes de este escándalo era considerado como la figura política de más brillante futuro en Colombia, tuvo otros puntos explosivos: dejó entrever que hay otros funcionarios cercanos a Samper implicados; aseguró tener pruebas contra Samper y dijo que él y su familia están amenazados (sus hijos viajaron al extranjero el pasado lunes). Pero también cayó en contradicciones y dejó la sensación de decir la verdad a medias. Botero acusó al presidente, pero se lavó las manos. Aseguró que él, gerente de la campaña, no participó en la decisión de obtener el dinero caliente del cartel de Cali, que no lo recibió ni lo distribuyó. Su gran error, confesó, fue hacer la vista gorda ante hechos sospechosos.El ex ministro remató su acto de contrición, pequeña muestra de lo que ha dicho y seguirá diciendo a la fiscalía, con esta frase: "Desde el fondo de mi corazón pido perdón a los colombianos".

Dos horas después -tiempo que los medios de comunicación aprovecharon para hacer conjeturas sobre cuál sería el mecanismo, para elegir al sucesor de Samper, pues se daba casi por seguro su renuncia-, el presidente habló por televisión y su verdad causó otra tremenda sorpresa."Con profunda desilusión he escuchado las infames declaraciones del ex ministro de Defensa", empezó diciendo Samper, con el ceño fruncido y con voz que, al igual que la de Botero, sonó convincente. "El doctor Botero está mintiendo para salvarse", y repitió la que se ha convertido en su muletilla: "Si hubo dinero del narcotráfico en mi campaña, fue sin mi conocimiento...". Y recordó que toda la responsabilidad administrativa y financiera de la campaña estuvo en manos del ex ministro.

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La declaración duró cuatro minutos. Dejó claro que no renunciará y que no dejará que el país se vaya al garete para "satisfacer los intereses políticos de unas cuantas personas que han convertido este proceso en una campaña electoral".

Muchos interpretaron esta frase como un choque frontal entre el samperismo y el gavirismo. El día anterior, la sorpresa la dió un comunicado firmado por allegados al ex presidente y hoy secretario de la OEA César Gaviria. En el documento, premonitorio de que algo gordo se avecinaba, se criticaba al Gobierno, se pedía la renuncia del fiscal y del interventor del Estado, también salpicados por el escándalo, y se proponían fórmulas para salvar al país.

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