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"Hay más expectación que cuando fiché"

Laudrup, asediado por decenas de periodistas, apenas habló a su llegada a Barajas

, Durante muchos minutos habló con un responsable del aeropuerto de Barajas para evitar lo inevitable, que era salir por donde salen la mayoría de los ciudadanos. No lo consiguió. El vuelo procedente de Copenhague acababa de aterrizar en Madrid y Michael Laudrup veía con estupor, mientras esperaba su equipaje, cómo se iban acumulando público y periodistas en la puerta 2, por la que, si nadie lo remediaba, debían hacer acto de presencia él, su mujer y sus tres hijos. Nadie lo remedió.

Un joven, que esperaba a algún pasajero sin duda bien distinto, preguntó: "¿Por qué hay tanto revuelo?". "Porque viene Laudrup", le contestaron. No se mordió la lengua. "Pues me quedaré a ver de cerca al esclavo". No fue el único que hablé así. Claro que, con el ajetreo existente, difícilmente pudo el danés escuchar a varias personas que le recibieron y le despidieron al grito de currante, pesetero y similares.

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Los cerca de cincuenta periodistas que le esperaban apenas pudieron sacarle tres frases, todas ellas rematadas con el mismo latiguillo: "Mañana hablamos de todo; ahora quiero irme a casa". Pero tardó en hacerlo. Sometido a un inesperado, para él, asedio, Laudrup se las vio y se las deseó para llegar a su coche. Eso sí, le puso buena cara al mal tiempo, como demostró su impecable sonrisa.

Peor lo debió pasar su mujer, menos acostumbrada a semejante acoso, y que vio cómo un cámara de televisión a punto estaba de romperse la crisma al ser empujado mientras se subía a una barandilla. Lo poco que acertó a decir Laudrup se resume en un telegrama. Preguntado si era consciente del revuelo que. sus declaraciones habían provocado en Madrid, el danés reconoció: "Algo he oído, sí". Y ahí se quedó.

Todo quedaba para, hoy. Su charla con Valdano, su posible reunión con el presidente... Todo. El carrito que transportaba su equipaje de ocho días de vacaciones, en total siete bultos, avanzaba con dificultad hacia la calle. Laudrup había llegado a Madrid en olor de pe riodistas, que no de multitud. Él mismo se mostró extrañado ante semejante recibimiento: "Hay más expectación que cuando fiché", señaló. No dijo más. Tampoco se explayó el presidente Lorenzo Sanz, que acudió al baloncesto, y que se limitó a comentar: "No sé cuando veré a Laudrup., Lo que puedo asegurar es que Valdano hablará hoy con él".

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