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"Me tomo la vida con más calma", dice López Alegría tras su vuelo espacial

Gira triunfal del astronauta de origen español

Diez años de espera para un vuelo de 18 días, y un futuro de dos años por delante antes de que se vuelva a presentar la oportunidad de volar. No todo el mundo tiene la perseverancia y el aguante de Michael López-Alegría, el astronauta de origen español, que está ahora "más tranquilo" y "se toma la vida con más calma" tras su primer vuelo en el transbordador Columbia el pasado octubre. Y la atención que le prestan los españoles le ha hecho recuperar sus raíces e intentar compartir su experiencia con la gente.

El viaje a España, invitado por el INTA para dar una conferencia, se ha convertido en una gira triunfal: audiencias con el Rey, con el ministro de Defensa y con el alcalde de Madrid, apariciones en radio y televisión, una ceremonia en el Bernabeú en la que el Real Madrid le agradecerá haber llevado al espacio su enseña, un acto en Badajoz para devolver el libro con parte de la historia de esa ciudad que también viajó en el transbordador....El militar de 37 años, nacido en Madrid y criado en Estados Unidos, hijo de español y estadounidense, dijo ayer que vió España desde el espacio de "color pardo, seca". Repitió sus leves críticas a la comida espacial: "Todo tiene la misma textura". Claro que es cocinero aficionado, afición que él achaca a sus raíces españolas.

Considera López-Alegría que ser astronauta es la culminación de la carrera de cualquier piloto y él lo es, con 3.800 horas de vuelo acumuladas en 30 aviones diferentes. Comenta con admiración que el transbordador es como un avión cuando aterriza, a una velocidad muy poco mayor que la de un avión comercial. Y explica los diferentes experimentos que llevaron a cabo durante esta misión científica: crecimiento de cristales de proteínas, transporte de fluidos, tensión de superficie, gotas de aceite suspendidas por ondas sónicas, cápsulas para administrar, medicamentos, combustión en microgravedad.

Seis mil fotografías

A López-Alegría y sus compañeros les costó siete intentos llegar al espacio. En el séptimo y definitivo, todos se pusieron las gorras al revés para invocar la suerte mediante el cambio. Tras el despegue "con mucho ruido, movimiento, gran vibración", un día en órbita era muy parecido al siguiente. Por la mañana, la higiene personal, algo distinta que en tierra por la falta de gravedad, ejercicio físico para mantener la circulación y el tono muscular, experimentos como cobayas humanos para ver cómo funciona el cuerpo en órbita y trabajos en el laboratorio situado en la bodega de carga. También limpieza de la nave y todo ello ajustado a un estricto horario que indicaba a los astronautas su horas de sueño en medio del desbarajuste día-noche que provoca dar vueltas a la Tierra.

"Ver el planeta azul desde el espacio es lo que más me ha gustado", dice López-Alegría. Los astronautas tomaron 6.000 fotografías, algunas por motivos de trabajo pero otras por el puro placer estético. Se declara creyente y dice que "aunque no ha visto a Dios en esta misión, la visión de la Tierra me hace pensar que existe", igual que la visión de innumerables estrellas durante la noche, desde el transbordador, le hace intuir que no estamos solos en el Universo.

Descendiendo a cuestiones más terrenas, y a preguntas de un informador curioso, López-Alegría manifiesta no entender por qué es tan difícil evacuar en el espacio, Sumándose así a los que opinan que la NASA no ha conseguido solucionar satisfactoriamente tan importante cuestión para el futuro del hombre fuera de la Tierra.

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