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Administración de EE UU sufre su segundo de cierre consecutivo

Antonio Caño

"Diferencias irreconciliables" entre el presidente Bill Clinton y el Congreso, según la expresión del portavoz de la Casa Blanca, Michael McCurry, obligaron ayer, por segundo día consecutivo, al clerre de una gran parte de las oficinas del Gobierno norteamericano. Es la primera vez en la historia que esta situación se extiende por más de un día laborable, y las perspectivas son que el cierre se prolongue aún más tiempo. Las últimas conversaciones entre las dos partes han sido descritas como propias de un clima de guerra fría. Este clima habría obligado a Clinton a anular su próxima visita a Japón. Anoche se daba por seguro que el vicepresidente, Al Gore, irá en su lugar.

Ayer ni siquiera había convocados contactos formales entre la Casa Blanca y los líderes republicanos del Congreso, aunque se confiaba en que éstos se pudieran reanudar por la tarde. La última reunión entre el jefe de Gabinete, Leon Panetta, el presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, y el líder de la mayoría republicana en el Senado, Bob Dole, concluyó en la noche del martes sin resultados.Según McCurry Panetta pidió a los congresistas el levantamiento de los fondos para las operaciones, del Gobierno a cambio de un compromiso de las dos partes de equilibrar el presupuesto "en un cierto penodo de tiempo", y sobre la base de "condiciones económicas creíbles y mutuamente acordadas". El portavoz de la Casa Blanca informó que los republicanos rechazaron esa alternativa. Los líderes del Congreso sólo están dispuestos a levantar el bloqueo de los fondos para el Gobierno a condición de que el presidente se comprometa públicamente a acabar con el déficit. Bill CIinton dijo el martes que está de acuerdo con ese objetivo, pero no cree que sea posible conseguirlo en siete años, como pretenden los republicanos, ni está dispuesto a hacerlo a costa de reducir drásticamente los programas sociales.

Los republicanos no quieren poner el Gobierno en marcha de nuevo sin, obtener algo a cambio. Y la Casa Blanca, que se ve beneflciada por los resultados de las encuestas, no parece tener prisa en resolver esta situación.

Un sondeo de la cadena CNN mostraba ayer que, en este momento, un 49% de los norteamericanos considera que los demócratas están más capacitados para el presupuesto, mientras que un 36% se inclina por los republicanos. Hace sólo cuatro meses, esos resultados eran fávorables al partido que controla el Congreso. En esa misma encuesta, un 49% de la población culpa a los republicanos por el cierre del Gobierno, y un 26% al presidente.

Mientras los dos partidos siguen atascados en esa díscusión, el país trata de recuperar una cierta normalidad con la mitad de los servicios públicos que regularmenite recibe. Aunque todos los empleados en labores esencialies están en sus puestos, el cierre afecta a los ciudadanos de diversas formas. 22.000 pesonas se quedan, por ejemplo, sin recibir diariamente el pasaporte. 28.000 ciudadanos tienen que renunciar cada día a presentar sus documentos para aspirar a beneficios que les, corresponden de la seguridad social.

Aparte del daño que el cierre de museos monumentos y parques nacionales hace al turismo, la Biblioteca del Congreso no puede satisfacer el millón de consultas que recibe diariamente. También hay algunos beneficiados, como los 39 inmigrantes ilegales que fueron liberados en Colorado por la escasez de funcionarios para atender sus casos.

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El único servicio que está al completo son las Fuerzas Armadas, dónde todo su personal en activo, 1.537.000 hombres y mujeres en total, permanecen en sus puestos. Sin contar con ellos, y con los 790.000 que componen el personal militar de la reserva, Estados Unidos tiene alrededor de dos millones de funcionarios civiles. El Departamento que ha sufrido el mayor recorte es el de Vivienda y Urbanismo, donde sólo trabajaban 100 personas de un total de 12.000. En el Departamento del Estado trabajan 8.000 de 26.500.

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