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"Los débiles somos más débiles y los fuertes son más fuertes"

Como tantos otros de sus convecinos, el presidente de la cofradía de pescadores de Hondarribia (Guipúzcoa), Esteban Olaizola, se inició en el mar a los 14 años. Ahora tiene 54 y dos hijos embarcados y, aunque, como él dice, no ha estudiado en Lovalna, cuenta con la experiencia de una vida dedicada a la pesca.

Pregunta. ¿Qué sensaciones le despierta la palabra Europa?

Respuesta. Negativas. Es un puro mercado en el que los débiles nos hacemos más débiles y los fuertes se hacen más fuertes.

P. ¿Tan mal parado salió el sector pesquero en el Tratado de Adhesión?

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R. Salió malparado, pero ahora estamos peor que cuando entramos. Entonces, cada cual tenía su forma de pescar y su parcela: el que pescaba anchoa pescaba anchoa; el que atún, atún, y el que merluza, merluza Lo que pasa ahora es que barcos que estaban diseñados para pescar otras pesquerías vienen a pescar anchoa o atún con artes de predadoras porque ya han agotado sus propios recursos. Cuando se firmó el tratado de Adhesión yo pensaba que la CE iba a ser más sensible a estos asuntos, pero lo único que hemos hecho ha sido abrirle nuestros mercados.

P. ¿Cree que la Unión Europea discrimina en sus sanciones?

R. Claro, con nosotros son siempre muy severos mientras que las denuncias de irregularidades de los franceses terminan casi siempre en la papelera. Voy a decirle una cosa: si los franceses pescaran con artes tradicionales y fuéramos nosotros los que utilizáramos las pelágicas matando delfines y todo lo que se pone en su camino, abrirían la cárcel de San Quintín para meternos dentro y sus diputados propondrían en el Parlamento Europeo que los pescadores franceses fueran nombrados héroes del medio ambiente. También estoy seguro de que lo conseguirían. Ésa es la diferencia entre España y Francia.

P. Sin embargo, parece que las condiciones del tratado han mejorado últimamente; por ejemplo, entre 1986 y 1992 se han recibido más de 71.000 millones de pesetas para la reestructuración y modernización de la flota.

R. Hemos hundido más barcos que los que hemos construido y lo que hace la Unión Europea es damos dinero para que nuestra flota vaya desapareciendo. Nos está apretando por todas partes. Deja que se utilicen artes depredadoras y a nosotros nos cierra aguas de pesca.

P. ¿Y qué opina del Plan de Pesca, que prevé subvenciones comunitarias hasta 1999 de unos 185.000 millones?

R. Están bien esas ayudas, aunque la cuestión de fondo sigue siendo filosófica. Me explico: para mí al menos, la fábrica, la empresa, es el mar, y los trabajadores del mar no somos nosotros, los pescadores, sino los propios peces, porque son ellos los que producen. Nosotros sólo somos los que recogemos la producción. De cómo lo hagamos dependerá el futuro de las nuevas generaciones. Hoy hay artes muy eficaces, pero también muy depredadoras.

P. También los pescadores del Cantábrico y de otros puntos de España comenten excesos, ¿no?

R. Sí, pero en Bruselas no se habla de los 600 barcos que pescamos con artes tradicionales. Está claro que se pesca mucho y mal. Se utiliza el pescado para hacer harina y comida para perros. No podemos seguir así. No es fruto de la casualidad que las especies que se mantienen bien, como la anchoa y el atún, sean aquéllas capturadas hasta hace poco con artes tradicionales, selectivas, que mantienen el equilibrio entre la capacidad de pesca y los recursos. ¿Qué pasa con las otras especies, la merluza, la dorada gris, el besugo y otras especies que han desaparecido o están desapareciendo de nuestras costas? Pues que los franceses, y también, es verdad, nuestros barcos de Ondárroa y Pasajes y los gallegos, han utilizado con ellas sistemas como el arrastre de malla pequeña. ¿Por qué en 1984 la flota de Hondarribia pescó 500.000 kilos de besugo y hoy sólo pesca 50?

P. ¿Es concluyente esa explicación? Hay informes de la Unión Europea que sostienen que las volantas no son tan perjudiciales.

R. No está suficientemente estudiado todo eso, pero el TAC [total admisible de capturas] se ha convertido en un TAV [total admisible de ventas]. Lo que hay que contabilizar no es sólo lo que traes a tierra, sino todo lo que se mete en el barco, lo que se echa al mar porque es pequeño, porque está en malas condiciones a causa de las redes... Hoy todos los Gobiernos, la Unión Europea y los científicos tendrían que estar preocupados por la recuperación de los recursos. Hay un SOS en todos los mares del mundo y la única solución es seguir con las artes tradicionales.

P. ¿Qué consecuencias tiene la importación de pescado francés, que es más barato?

R. También es peor a causa del deterioro causado por esas redes. Nosotros lo que tenemos que hacer es diferenciarnos, con la etiqueta calidad. El problema, y hablo como representante de la flota de bajura, son fundamentalmente los recursos. Estaríamos dispuestos a repartir al 50% nuestra cuota de anchoa siempre que ellos pescaran en nuestras mismas condiciones.

P. ¿Cómo se comporta la UE con el abuso de las pelágicas? ¿Terminarán ustedes por utilizarlas?

R. Es una especie de provocación porque nosotros no queremos pescar con esas redes, que significan acabar con el futuro. Nos dicen los conserveros que con nuestra forma de pesca no abastecemos nuestro marcado. Este año les hemos demostrado hasta dónde llega nuestra capacidad de pesca, les hemos abastecidos de conservas y el mercado para fresco. Lo que ocurre es que, cuando los dos sistemas de pesca están juntos, existe una incompatibilidad manifiesta de artes en perjuicio de nuestra economía.

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