Se suicidan en París tres dirigentes una secta adoradora del demonio
Tres miembros de la secta Wicca, autodefinida como "movimiento luciferino", se han suicidado estos últimos días en el barrio del kienilin-Bicetre, en él sur de París. Jack Coutela, sumo sacerdote de Wicea -500 miembros en Francia y unos 3.000 en todo el mundo-, compañero de Nicole L'Hotellier, alias Diana Luciferia, sacerdotisa del grupo, oficiaban desde un modesto chalé en el que vivían acompañados de Dominique Dessaux y 20 gatos.El pasado 15 de marzo, Diana Luciferia se quitó la vida disparándose en la cabeza con un rifle. Diez días después , Coutela y la joven de 30 años Dominique decidían seguir a la sacerdotisa en su búsqueda del reino de los infiernos, y se ahorcaban.
El triple suicidio, que según parece estaba programado y no hubiera debido producirse hasta 1999, adquiriendo entonces un carácter colectivo, se ha anticipado debido a la mala salud mental y física de Diana y Jack, mientras que en el caso de Dominique la decisión vino propiciada por su dependencia como "hija espiritual".
La secta Wicca no está considerada peligrosa y figura en el registro de asociaciones sin ánimo de lucro que se rigen por la ley de 1901. El ceremonial de Wicca se funda en la desnudez y la sensualidad.
Las reuniones, después de una serie de rezos destinados a convocar las fuerzas del maligno y en honor de Belcebú y Lucifer, acababan a menudo en orgía, en el piso de arriba del chalé, donde los participantes se movían entre imitaciones de esculturas antiguas de carácter erótico y sus cuerpos eran los protagonistas de grabaciones de vídeo -que animaban los siguientes encuentros.
Jack-Coutela estaba empeñado en la redacción de textos ocultistas y, luciferinos cuando su compañera Diana se suicidó. La pareja vivía de manera relativamente modesta y su bohemia había provocado esporádicas quejas entre el vecindario, que denunciaba las reuniones orgiásticas cuando eran demasiado ruidosas o la instalación de papel de. plata en ciertos lugares del jardín destinado a "atraer las ondas" y, en la práctica, creadores de humedades.
Coutela disponía en su domicilio de un importante arsenal, ya que temía ser asaltado y eran varios los vecinos que le habían oído quejarse de "la amenaza integrista", El chalé estaba permanentemente vigilado por una rudimentaria instalación de cámaras de vídeo doméstico.
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