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La Casa de Campo pedalea

10.000 aficionados vieron el II Abierto de España de Bicicleta de Montaña

Antonio Jiménez Barca

ANTONIO JIMENEZ. "Pues lo dejo porque estoy que lo echo, tío", contabá, un minuto después de abandonar, Carlos Blanco, de 19 años, uno de los 231 corredores que ayer participaron en el II Abierto de Bicicletas de Montaña, celebrado en la Casa de Campo.

Mientras Blanco recuperaba el resuello, los otros ciclistas completaban las cuatro vueltas del circuito de 12 kilómetros a base de evitar caídas, bajar colinas y trepar por pequeñas montañas. Para eso, además de su fuerza y de su equilibrio, contaron ayer, en un espléndido día de sol, con el apoyo de las cerca de 10.000 personas que se congregaron para presenciar la prueba.

Al final, tras poco más de dos horas de continuo pedaleo, Manuel Martínez, de 27 años, llegó el primero y en solitario a la meta.

El tipo de circuito -duro, del que los ciclistas contaban que no concedía ni un descanso-, unido a la sequedad del terreno, benefició al vencedor, que ha sido también profesional del ciclismo en carretera con el equipo Festina.

Con el revuelo habitual de reporteros alrededor del ganador terminaba una jornada dedicada a la bicicleta de montaña que había comenzado con un presunto sabotaje: a las diez de la mañana, dos horas antes de la prueba principal, estaban citados, en el mismo circuito, los ciclistas veteranos (mayores de 35 años), los jóvenes (de 15 a 18 años) y las mujeres.

Salieron todos juntos a disputar su prueba, pero, en 20 minutos, debido a que habían desaparecido las cintas que delimitan el circuito, todo se convirtió en un descomunal desbarajuste: ciclistas vagando por el monte sin saber adónde dirigirse, o cruzándose unos con otros, o dando la vuelta desorientados para preguntar. La organización, que sospecha de los ecologistas -contrarios a este tipo de actividades deportivas en la Casa de Campo-, decidió suspender esta carrera y volver a colocar las cintas delimitadoras del terreno para la prueba

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Así se hizo. De los 231 que comenzaron, alrededor de 50abandonaron. Muchos porque, como a Blanco, les faltó aire a mitad de carrera; otros, porque una bajada especialmente pronunciada se los llevó por delante. Hubo al menos un deportista que se fracturó la clavícula en esta fatídica cuesta. Los ciclistas la llaman con un nombre propio de una película del Oeste: la Bajada de la Muerte.

Este tipo de carreras son una mezcla de fuerza, táctica y equilibrio. Hay que estar atentos a muchos detalles: "Incluso a las raíces de los árboles, para no tropezar", contaba uno de los ciclistas.

De los participantes, venidos de toda España, tan sólo 25 eran profesionales. El resto lo componían aficionados de lujo que no se pierden una competición y que aspiran a vivir de su bicicleta alguna vez.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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