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La morfina llega a los ambulatorios, pero es todavía víctima del prejuicio de los médicos

Los recetarios para enfermos terminales y crónicos, en poder de los médicos de cabecera

Milagros Pérez Oliva

La morfina ha llegado por fin a los ambulatorios. Desde el pasado día 1 de enero los recetarios de este opiáceo destinado a calmar el dolor en enfermos terminales y crónicos deben estar disponibles para los médicos de cabecera en los centros de atención primaria. Así lo establece la nueva regulación aprobada por el Ministerio de Sanidad, que pone fin a una situación absurda denunciada durante años por los especialistas en cuidados paliativos.Las trabas burocráticas que rodeaban la prescripción de la morfina impedían que, cuando salían del hospital, los enfermos terminales pudieran seguir beneficiándose de este medicamento, y muchos de ellos morían en medio de un sufrimiento que era perfectamente evitable. Los enfermos ya no tienen que tramitar un carné de extradosis en la delegación provincial de Sanidad, los médicos ya no tienen que ir a buscar un recetario especial, y pagarlo de su bolsillo, al Colegio de Médicos de su provincia, y los cambios de dosis ya no requieren una complicada tramitación.

El recetario debe estar en los centros de atención primaria y con la misma receta se puede prescribir cualquier dosis de morfina. Cada receta tiene un mes de vigencia. No todas las farmacias disponen todavía de los preparados, pero si no los tienen, pueden conseguirlos en el día. "Es importante que los familiares de los enfermos con dolor sepan esto y reclamen si no son adecuadamente tratados", indica Xavier Gómez Batiste, jefe de cuidados paliativos del hospital Duran y Reynals, en Barcelona. "Nadie debe sufrir inútilmente"

En Cataluña, la burocracia que impedía el uso de morfina se atenuó con la creación de equipos de atención domiciliaria a los enfermos terminales, dentro de un plan de curas paliativas que ha sido adoptado por la Organización Mundial de la Salud como referente para todo el mundo. Los resultados se hicieron rápidamente evidentes: "Desde que se inició el plan de curas paliativas, hace tres años, la prescripción de morfina ha pasado de 3,5 kilos por cada millón de habitantes y año a ocho", indica Gómez Batiste.

Cada comunidad autónoma ha de hacer efectiva la medida en su territorio. En muchos ambulatorios no han llegado todavía los recetarios. Pero el uso de la morfina choca además con otro impedimento que no tiene que ver con la burocracia, sino con el prejuicio que muchos médicos tienen hacia ella.

Creencias erróneas

"Durante mucho tiempo se han hipertrofiado los riesgos", señala Juan Manuel Núñez Olarte, médico de la unidad de cuidados paliativos del hospital Gregorio Marañón de Madrid y secretario de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos. "Uno de los prejuicios más extendidos es que la morfina puede crear adicción. Diversos estudios que abarcan a miles de enfermos han demostrado que no es así. Estos estudios indican además que el uso de la morfina no tiene por qué limitarse a los pacientes terminales. Algunos enfermos crónicos con grandes dolores pueden beneficiarse también de ella sin riesgo de adicción".

Otra de las creencias erróneas es que el uso prolongado de la morfina llega a crear tolerancia. Es decir, que la misma dosis deja de hacer efecto al cabo de un tiempo. "También esto se ha estudiado. Era verdad que el dolor aumentaba, y eso llevaba a pensar que el medicamento no hacía el mismo efecto. Luego se comprobó que, efectivamente, el dolor aumentaba, pero no porque el medicamento hiciera menos efecto, sino porque el tumor se agrandaba y, en consecuencia, aumentaba el daño. Conforme el cáncer se extiende y aumenta el dolor, debe aumentarse también la dosis de morfina".

Esto lleva a otro de los prejuicios extendidos: que el uso de altas dosis de morfina produce una depresión respiratoria y puede acelerar la muerte. "La morfina no precipita la muerte. Ahora está incluso en fase de estudio la hipótesis contraria: que al reducir el dolor, disminuye también el estrés del organismo y por lo tanto, aumenta la supervivencia", concluye Núñez Olarte. La Sociedad Española de Cuidados Paliativos ha publicado un manual, del que se han editado 40.000 ejemplares, con indicaciones sobre cómo tratar a los enfermos terminales.

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