Inquisiciones
Algunos colegas hablan con ironía de la ocupación de Haití por las fuerzas aliadas, pero a mí me da mucha tranquilidad saber que vivo en un mundo en el que se ocupa lo que funciona mal. Nací bajo una dictadura y viví en ella hasta bien entrada la juventud, sin que nadie se preocupara de ocuparnos. Al contrario, uno de los antecesores del actual Clinton, un tal Eisenhower, vino a visitar al dictador y a los niños nos dieron banderitas para ir a recibirle. Yo era uno de esos niños que agitaban la banderita cuando pasaron Franco y Eisenhower en plan colegas dentro de un coche descubierto. Cuando veo esas fotos en los periódicos, se me saltan las lágrimas; qué época.Por eso no entiendo que haya ahora progres que ironicen sobre la ocupación de Haití: son los mismos, creo yo, que en su día criticaron la de Kuwait, donde las fuerzas aliadas consiguieron poner a salvo una de las democracias más avanzadas del. planeta. Son sin duda los mismos que se ríen cuando el Papa pide perdón a Galileo y muestra algún arrepentimiento por las salvajadas que sus antecesores en el cargo fomentaron en tiempos de la Inquisición. Mejor tarde que nunca. Se ve que a ellos no les aplicaron la Inquisición jamás: en mi colegio, sin embargo, estaba vigente. Había un cura que le rompió el tímpano a un amigo de un tortazo y que a mí me torturó en diversas ocasiones para saciar sus inclinaciones sexuales.Mi colegio estaba precisamente junto a la avenida de América, por donde pasaron Eisenhower y Franco de la mano; creo que el que repartió las banderitas para ir a recibirle fue la bestia esta rompetímpanos. Yo me pasaba las clases de matemáticas soñando con que alguien viniera a rescatarnos, aunque fuera a base de invadirnos. Pero sólo vino Eisenhower, que era tan listo que nos invadió sin rescatarnos.