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FUTBOL PRIMERA DIVISIÓN

El "sistema Floro" se le atraganta al Madrid

Dos goles al final no salvaron la inoperancia reinante en Albacete

Luis Gómez

El Albacete vistió sistema Floro. Una semana le ha servido al técnico pródigo para sentar sus reales a la hora de tan llamativo estreno, sentado como estaba Valdano en el banquillo de al lado. La experiencia tuvo un aire efectista: ciertas cosas venden mejor en Albacete que en Madrid. Al descanso, Floro ya había ganado su partido porque tácticamente había reducido al Madrid a un estado de inoperancia casi generalizado. Otra cosa era ganar , objetivo para el que el Madrid parecía siempre mejor dispuesto aun cuando su primer disparo a puerta pudiera retrasarse durante casi 45 minutos. Dado lo sucedido en los cinco minutos más intentos del partido, aquellos en los que mediaron los dos goles, el público abandonó sus localidades coreando el nombre de Floro: el churro de Sanchis precedió a un golazo de Oscar. Ambas acciones apenas tuvieron ligazón con el partido, pero el efecto Floro era un hecho.El Albacete (o Floro) le dedicó al Madrid un espeso sistema de contención bajo el disfraz de procurarse el dominio de la pelota. Cinco hombres en el centro del campo uno de los cuales tenía puestos los cinco sentidos y los tacos de sus botas en Laudrup rindieron beneficio inmediato: el Madrid perdió sus líneas de comunicación y el Albacete se hizo dueño del balón. A partir de ahí, el encuentro entró en un asunto vidrioso. Perdido el Madrid, el Albacete sólo buscó la portería en contadas ocasiones. Fue más seguro que agresivo, incluso durante el largo lapso de tiempo en el que gozó de superioridad numérica. Pero dadas las circunstancias por las que atraviesa el club (con un conflicto en el banquillo a la primera joma.da), esa postura le auguraba una buena dosis de éxito.

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Floro no quiso comparaciones

A la espera de que el partido cobrase cierto pulso (lo tuvo tan sólo en los cinco minutos de entregoles) había tiempo para reflexionar sobre las verdades absolutas en el mundo del fútbol, teñidas en las tertulias como detalles tácticos. Resultaba ayer evidente que lo que provocaba irritación en otros escenarios parecía tener mucha mejor venta en Albacete. Sea así cómo diez pases consecutivos con todo el Madrid como testigo ausente fueron recibidos con alborozo por la afición local, acción colectiva que en el Bernabéu podía ser preludio de una sonora bronca según dónde y cómo finalizara. El Albacete jugó contra el Madrid, posiblemente Floro jugó contra Valdano y no al contrario, pero ninguno de los protagonistas maniobró adecuadamente para ganar el partido.

El Madrid viajó a La Mancha a conquistar dos puntos, no a hurgar en viejas heridas. Para los nuevos inquilinos del banquillo madridista, Albacete es uno de esos puntos inhóspitos de la geografía del campeonato susceptibles de medir el verdadero. calado del juego madridista. El Sporting de Lisboa cerró la pretemporada hace unos días a ojos del madridismo: la gente agradece un buen escaparate, pero a partir de hoy empieza a fijarse también en los precios. La demanda sugiere puntos sumados a los goles (una aritmética infalible), quiere observar dónde terminan las jugadas de salón en una situación de fuego real. Y el Albacete, rearmado moralmente con la presencia de Benito Floro, se presentó en el césped sin fisuras ideológicas. Lo suyo es luchar por sobrevivir.

En último extremo, ambos buscaron lo mismo: argumentos para seguir hablando. Uno con vistas a reafirmar su categoría. El otro, para no sentirse prematuramente deshauciado. Los puntos les ahorraban tener que abrir el capítulo de explicaciones porque nada es más tedioso que comenzar la Liga buscando excusas. En ese sentido, tuvo más peso el juego del Albacete porque el Madrid no pudo sacar provecho de su enorme superioridad técnica. Dirigidos por un colegiado desconcertante que pudo haber complicado el partido hasta extremos dignos de presidir la polémica de la semana, Madrid y Albacete terminaron abrazándose al empate.

El gol de Sanchis tuvo una respuesta tan rápida, terminante y espectacular que apenas modificó el conjunto del escenario. Si acaso apuntaló el buen estreno de Floro, más efectista que real, una ventaja táctica de la que no podía disponer Valdano. Al Madrid se le suponían los puntos y el juego. El resultado deja a cada uno con su tema: uno a rehabilitar al Madrid (y suma tres positivos en cuatro jornadas) y el otro a reflotar al Albacete (dos negativos). El duelo Valdano-Floro se diluyó con el pitido final posiblemente para el resto del campeonato. Difícil será que la próxima vez que se encuentren lo hagan en condiciones de igualdad.

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