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El armador del barco detenido en Francia se niega a pagar la multa y a abandonar el puerto

Enric González

"Aquí nos quedamos% anunció ayer Pedro Burgoa, armador del pesquero Francisco y Begoña. El armador afirmó que ni el barco, ni la tripulación ni él mismo se moverían del puerto francés de Lorient Bretaña). "Los 13 millones de pesetas que nos ha impuesto el juez como sanción son una cantidad desmesurada, y ni puedo ni quiero abonarlo. Se nos hace pagar por el conflicto de La Gabrielle, y eso es injusto" explicó Burgoa. El armador contactó conel Gobierno central y el autónomo vasco para pedirles que contribuyeran a costear una multa "claramente política". Con su idea de quedarse, Burgoa quería crear problemas a las autoridades francesas y españolas y empujarlas a una negociación.

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El Tribunal Correccional de Lorient ha sentado, con el Francisco y Begoña, un precedente jurídico muy preocupante para el sector pesquero español. Al incluir partes civiles en el juicio por pesca ilegal, e imponerles indemnizaciones (algo previsto en el código penal estrenado por Francia el pasado 1 de marzo), convierte en casi ilimitadas las sanciones. En el caso del Francisco y Begoña corresponde pagar 100.000 francos de multa (2,4 millones de pesetas) que serán 150.00 francos en caso de reincidencia, y una indemnización de 430.000 francos (10,3 millones de pesetas) a tres asociaciones pesqueras francesas. Todo, por apenas 25 kilos de pescado. Más de 500.00,0 pesetas por cada kilo de gallo y pescadilla."Aceptamos una multa por la red demasiado tupida, por unas pocas capturas demasiado pequeñas y por lo de la bodega oculta. Pero no es verdad que nos resistiéramos al registro. Y es incomprensible que nos hagan pagar una multa que no se impone ni a los asesinos", dijo el capital del pesquero Jon Ander Solabarrieta, de Ondárroa (Guipúzcoa). El Francisco y Begoña ya fue apresado el 9 de septiembre de 1992, por infracciones similares. En aquella época, el capitán era otro.

Ni siquiera las autoridades navales francesas discutían ayer que la situación del Francisco y Begoña era muy especial. Otros 16 barcos españoles han sido apresados en lo que va de año, y en todos los casos la sanción fue muy inferior y el juicio, más lento. El último apresamiento se produjo el 16 de junio, y la multa aún no está resuelta: la sanción, de 200.000 francos, fue apelada por el fiscal y se celebrará una nueva vista en septiembre.

"El almirante de la zona marítima puso mucho empeño en que este juicio fuera rápido", admitió un oficial francés. "Nadie ignora", siguió, "que los ánimos están muy caldeados desde la batalla naval de los atuneros, y sería mejor zanjar este asunto cuanto antes para evitar incidentes".

Además de rapidez, la marina francesa quiso contentar a sus paisanos. Todos los medios informativos bretones fueron avisados y se les invitó a tomar imágenes del pesquero español apresado. "Esto no había sucedido nunca", explicó un periodista de France 3. "Se quiso transmitir la idea de que los atuneros franceses habían sido vengados", comentó.

La Armada francesa esperaba despachar el asunto en horas. La decisión del armador les cogió por sorpresa. "Pues si se quedan, trasladaremos el barco al puerto pesquero, a ver cuánto dura sin que lo incendien", llegó a comentar un suboficial. Los militares de Lorient no estaban nada felices con la presencia del Francisco y Begoña en el muelle del arsenal. Cualquier agresión, al barco o a alguno de su! 14 tripulantes, les costaría muy cara. "Somos responsables de su seguridad", señaló un agente de la policía militar.

A la tripulación española no se le permite salir de la base militar si no es con escolta, uniformada y armada. "Sólo queremos protegerle", explicó un portavoz de la Marina. En estas condiciones, los pescadores ondarreses se negaban a salir del barco. "Estarnos como en, prisión", dijo uno. "Nos tratan como a terroristas", comentó otro. Querían saben si "los ánimos de la gente ahí fuera" estaban "tan encrespados como nos dicen los marinos", y el humor sobre cubierta empeoraba según transcurría el tiempo. "Al primer francés que vea en Ondarroa, lo tiro a la ría, lo juro por mis padres y mi hijo", exclamó un tripulante.

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