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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Coherencia progresiva

LA RETIRADA de la acreditación y consiguiente prohibición de ejercer su profesión a 14 representantes de la prensa extranjera en Serbia -entre ellos, la colaboradosa habitual de EL PAÍS- no es sino la lógica consecuencia de la evolución política del régimen de Belgrado dirigido por Slobodan Milosevic. Antes que ellos han sido centenares los periodistas serbios represaliados y finalmente marginados por no ser suficientemente fieles a la gran mentira sobre la que se basó la conquista del poder por parte de Milosevic, su asalto a la presidencia yugoslava, la consiguiente destrucción de la república federativa y después la guerra. Antes aún habían sido decenas los periodistas albaneses que en la provincia de Kosovo fueron despedidos y en algunos casos encarcelados y en otros víctimas de hostigamiento hasta ser forzados a emigrar.Era sólo cuestión de tiempo. El régimen de Milosevic ya no necesita ofrecer una imagen de liberalidad hacia los medios extranjeros. Su imagen no sufrirá excesivo deterioro añadido por esta medida. La guerra de expansión la ha ganado. Ahora se trata de forzar la cohesión interna y liquidar ese núcleo de corresponsales que trabajan muy estrechamente con los pocos periodistas que, en contados medios serbios como la revista Vreme, son aún capaces de divulgar los abusos y crímenes sobre los que se basa el régimen tanto en las zonas de guerra como en la retaguardia serbia. Con la neutralización de los corresponsales llegarán las represalias y mordazas para estos valientes profesionales.

Todo ello sólo expresa coherencia. Y confirma lo que algunos gobernantes occidentales no han podido o querido entender. El régimen de Milosevic es un régimen totalitario, basado en la violencia e intimidación. No sólo es el principal responsable de los sufrimientos de la población en amplias zonas de Croacia y de Bosnia. Es también responsable de los sufrimientos de una población de Serbia a la que arrancó ya en 1989 del curso democratizador emprendido en toda Europa central. Contra más fuerte se sienta, más acosadas estarán allí las libertades.

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