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Pujol seguirá apuntalando al Gobierno por ahora

El presidente del Gobierno, Felipe González, se presenta hoy al debate del estado de la nación convencido de que tiene el apoyo mayoritario de la Cámara, gracias al respaldode los nacionalistas catalanes, por lo que rechaza la hipótesis de someterse a la cuestión de confianza. El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, manifestó ayer que CiU "no va a abrir la puerta a una situación de ingobernabilidad del país". Según algunos de sus colaboradores, González cree que el comienzo de la recuperación de la confianza pública tras los escándalos está vinculado a la credibilidad que manifieste en el debate de hoy.

El líder socialista quiere tomar la iniciativa del debate desde que, a mediodía, suba a la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados. Tratará de convencer a todo el que le oiga de que actuará con toda contundencia contra los corruptos, además de reconocer que no ha sido todo lo vigilante que debiera ante las irregularidades.No será el jefe del Ejecutivo quien hable de su posible dimisión o de someterse a la cuestión de confianza de la Cámara. González cree que el apoyo que recibió hace ocho meses en su investidura sigue inamovible y argumentará como prueba del mismo el apoyo mayoritario que han tenido sus propuestas centrales, desde los Presupuestos a la reforma laboral. Tendrá que ser la oposición quien tome la iniciativa si piensa lo contrario, y sólo cabe una moción de censura, según afirmó ayer el secretario general de Relaciones con las Cortes, Enrique Guerrero.

Corrupción desde el principio

El líder socialista abordará el problema de la corrupción nada más tomar la palabra. Argumentará que Mariano Rubio fue subgobernador del Banco de España con UCD, y si él lo ratificó en el puesto fue por respeto a la autonomía de la institución y porque confiaba en su honestidad como funcionario. También recordará que Rubio "no era miembro del partido socialista".

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El presidente del Gobierno se dispone a explicar lo que sea posible, a disculparse si ha habido negligencia y a comprometerse a tomar medidas que irán desde el endurecimiento del castigo para los corruptos hasta articular otros instrumentos que dificulten la comisión de delitos económicos o de prácticas éticamente reprobables.

González admitirá que el enriquecimiento fácil que se produjo en España en la década de los ochenta tuvo mucho que ver con los años de crecimiento y con la desaparición de numerosos controles públicos debido a la liberalización. Tal argumentación ha sido expuesta por miembros del Ejecutivo que han participado con González en la preparación del discurso de hoy.

El presidente del Gobierno reconocerá que ha sido incapaz de atajar la corrupción entre su propia gente, aunque expondrá el atenuante de la dificultad. "El Gobierno tiene la obligación de que los funcionarios respeten las leyes, pero no puede garantizar ni obligar a que todo el mundo sea bueno y decente", recalcaban ayer fuentes gubernamentales.

El fenómeno de la corrupción ya no puede ser despachado con palabras, sino que requiere medidas contundentes, según reconoce ahora el Gobierno. El Ejecutivo considera esta situación peor que la vivida durante el caso Filesa, ya que ahora se ven afectadas altas instancias del Estado. "El Gobierno sufre esta situación y tiene la mayor responsabilidad en tranquilizar y ofrecer propuestas contra la corrupción", manifestaba ayer Guerrero. Este alto cargo reconoció "el enfado y la desmoralización" que este clima de descrédito está produciendo entre los ciudadanos.

Un problema global

El presidente del Gobierno señalará que la corrupción no afecta únicamente a los socialistas españoles, sino que es un problema de todos los partidos y de la sociedad en toda Europa. Según las fuentes consultadas, citará ejemplos tanto de casos que salpicaron al PP en Galicia y Castilla y León, así como de personajes privados. González sigue considerando "desmesurado" que alguien pueda llegar a la conclusión de que España es un país corrupto.

El jefe del Gobierno hablará de posibles responsabilidades políticas finalizada la "fase de clarificación" de lo ocurrido en los casos que afectan a Luis Roldán y Mariano Rubio. En esta ocasión, los paños calientes que los socialistas se ponen están más bien tibios y no hay inconveniente en reconocer las culpas. El presidente de Castilla-La Mancha y miembro de la Ejecutiva del PSOE, José Bono, manifestó ayer que "en algunos momentos el Gobierno, por prudencia, no ha actuado contra la corrupción con la contundencia necesaria". Su compañero Raimon Obiols, primer secretario del PSC, afirmó que Solchaga debería dimitir por el caso Rubio si aún fuese ministro de Economía. Pero añadió que, como ya no lo es, no cree que deba dimitir como presidente del Grupo Socialista, informa Enric Company.

Mientras se aguante

Felipe González tiene asegurado hoy el apoyo de los nacionalistas catalanes. Así se lo hizo saber el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, en la reunión que mantuvieron el pasado miércoles en el Palacio de la Moncloa. Pujol es partidario de contribuir a la estabilidad gubernamental mientras la presión social contra el Gobierno a causa de la corrupción política no haga la situación social ingobernable.El presidente de la Generalitat abundó ayer en esta posición: "No vamos a cambiar de opinión de la noche a la mañana. Vamos a ver qué posibilidades hay de recuperar la situación y si se llegara a una situación de desgobierno total sería en todo caso porque el propio partido socialista se daría cuenta de que no puede aguantar esta situación, pero nosotros no vamos a abrir la puerta a una situación de ingobernabilidad del país". "Si llega un momento en que la situación se hace insostenible para el Gobierno central y convocan nuevas elecciones, quizás en algún momento, según cual sea la situación, será una medida acertada, pero en todo caso es una decisión que no tenemos que tomar nosotros", añadió Pujol.

Mientras, fuentes del PNV señalaron que hoy serán duros con el Gobierno, pero sin entrar "en el coro de la dimisión" de González.

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