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Batalla campal entre policías y funcionarios en Argentina

Juan Jesús Aznárez

Perro Santillán, justiciero, farruco y más alto, encabezó a gritos la furibunda protesta de cientos de empleados estatales contra salarios que denuncian de hambre en la Argentina del auge económico. Los funcionarios alzados en la norteña San Salvador de Jujuy, una ciudad de 230.000 habitantes, se enfrentaron con la policía en una batalla campal que alarmó al Gobierno de Buenos Aires. Una comisaría incendiada, comercios saqueados, 30 detenidos y 15 heridos constituyen el primer balance. El gobernador de Jujuy, José Carlos Ficoseco, presidía la apertura del periodo ordinario de sesiones de la legislatura provincial y había concluido la lectura de la cuartilla 16 de un tocho de 69 sobre las desgracias y posibilidades del territorio a su cargo cuando el sindicalista Carlos Perro Santillán, brazos en cruz, y otros dirigentes gremiales alcanzaron el edificio al frente de una marcha dispuesta a todo.

El despliegue policial, a caballo en algunas posiciones y sobre los tejados de la Casa de Gobierno, superaba los mil hombres y contuvo con pelotazos de goma, gases lacrimógenos y bastonazos las embestidas de los empleados estatales, municipales y docentes. El gobernador tuvo que salir protegido en un vehículo.

Obligados al repliegue, los manifestantes se tornaron en asaltantes y durante dos horas una represión sin contemplaciones acompañó el vandalismo y destrucción de propiedades efectuadas por los grupos más extremistas. El ministro del Interior, Carlos Ruckauf, negó planes federales para intervenir en Jujuy, pero la inestable situación de esta provincia resta valor a sus afirmaciones.

La reactivación económica visible en otras partes del país no ha llegado a Jujuy, provincia donde el artifical engorde de la plantilla de funcionarios llegó a convertirse en un sucedáneo del seguro de desempleo y entorpece planes de trabajo y desarrollo más sólidos. El 14 de septiembre de 1993 se produjo la primera movilización en demanda de mejoras salariales; ocho días después se produce la segunda, y el pasado 14 de marzo, la tercera. La más grave tiene lugar hace poco más de una semana y consigue una promesa de aumento de los sueldos en cuantía que los sindicatos rechazan.

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