_
_
_
_
_
Entrevista:

"En la Antártida aprendí a amar esta ciudad"

Tinerfeña, de 45 años, Ana Crespo ha repartido su vida entre la investigación y la gestión pura y dura. Especializada en análisis del ambiente sobre la diversidad vegetal, uno dé sus mayores empeños es averiguar qué les ocurre a los vegetales cuando son sometidos a estrés por efecto del frío. Y para ello hace investigaciones de laboratorio y de campo, esté el campo en El Pardo, los Andes o la Antártida. En los últimos 10 años, sin embargo, cargos como la Dirección General de Enseñanzas Superiores o la presidencia del Programa Nacional Antártico dejaronesta faceta suya en segundo plano. Pero 10 años son demasiados. Y ahora, cuando todavía está al frente del Programa Nacional Antártico, ha decidido volcarse de nuevo en la investigación, pronto volverá a la Antártida, esta vez con artilugios que miden la relación entre el frío y las plantas.

Pregunta. ¿Por qué decide volver a la investigación?

Respuesta. Porque mi oficio es éste, y además me gusta. Es, simplemente, otra etapa de mi vida.

P. Diez años son muchos. ¿Ha sido un choque muy grande?

R. Bueno, siempre cuesta un poco adaptarse, pero me resulta incluso más atractivo que si hubiera seguido en ello con continuidad.

P. Ahora que conoce de cerca la investigación, ¿cuáles cree que son sus problemas reales?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

R. La universidad tiene que integrarse en los problemas sociales, pero es necesario que este microcosmos se persuada de ello y lo asuma.

P. ¿Qué destacaría de su paso por la Antártida?

R. Hay una cosa graciosa. Es el único sitio que conozco, y eso que me he movido por sitios inverosímiles, donde los animales no te tienen miedo, te miran con muchísima curiosidad. Los pingüinos son unos seres insólitos, y pobre de ti como les ofrezcas algo, porque entonces se quedan contigo para toda la vida.

P. ¿Hay alguna explicación?

R. Son animales que no tienen depredadores en tierra. Sólo en el agua saben lo que es el miedo.

P. ¿Cómo se ve España desde la Antártida?

R. Se siente que uno representa un poco a España. Sé que los científicos lo sienten así.

P. ¿Es buena la convivencia entre los miembros de la base española antártica?

R. La verdad es que allí todo el mundo está preocupado, en el hielo, en el pingüino, en la fisiología del frío... Las relaciones son buenas, pero lo importante es la Antártida. Lo personal es muy secundario.

P. ¿Tienen España y la Antártida, siquiera remotamente, algún punto en común?

R. Pues sí. Este país es de los pocos europeos que tiene espacios enormes sin urbanizar y, por tanto, sin hombres.

P. ¿Qué opinión le merece Madrid?

R. Yo lo vivo con gracia. Es un sitio no muy guapo, pero muy, muy atractivo. Aprendí a amarlo en mis salidas y, sobre todo, en la Antártida, porque es un sitio muy acogedor. Es cierto que se lleva una vida muy deslavazada, pero también que la gente trabaja mucho, se esfuerza mucho y es más agradable que en ningún sitio.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_