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Cereal y carne más baratos, y mayor abandono de tierras

Los acuerdos en materia de agricultura suscritos en el seno del GATT van a tener en el sector agrario español dos efectos inmediatos. Primero, un recorte de algunas producciones excedentarias o menos competitivas y la exigencia de eliminar superficies de cultivo. Segundo, un aumento de las importaciones de todo tipo de productos agrarios, a menos precio, al reducirse los aranceles (que será más notable en los cereales, vacuno, porcino y almendra).A consecuencia de ambos efectos, los agricultores y ganaderos tendrán menos ingresos por la venta de sus productos al bajar las cotizaciones en el mercado, aunque la CE ha previsto compensaciones para amortiguar el impacto. Pero los sindicatos coinciden en vaticinar que bajarán las rentas y aumentarán los abandonos, sobre todo en países como España con tierras con menores rendimientos por hectárea.

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La CE aprobó hace un año la reforma de la Política Agrícola Común -compatible con el acuerdo agrícola que se incluye en el GATT- por la que se conceden desde este año ayudas complementarias por hectárea o cabeza de ganado a los productores de cereales, girasol o vacuno de carne o de leche para compensar su reducción de ingresos. La Administración española ha exigido que estas compensaciones se extiendan también a los productores de vino, frutas y hortalizas, azúcar o arroz, que, de momento, no las reciben.

Para facilitar las importaciones de terceros países a la CE, el acuerdo del GATT contempla dos mecanismos. Primero, reducir en un 36% los aranceles sobre la base de 1986 a 1988 durante un periodo de seis años. Una segunda exigencia es que la importación represente ya desde el próximo año el 3% de lo que consumía la CE entre los años 1986 a 1988. Al cabo de seis años, ha de suponer un mínimo del 5%.

El preacuerdo contempla una reducción de las ayudas a la exportación en un 36% sobre las cantidades pagadas entre los años 1986 a 1990. Igualmente, se obliga a la UE a reducir en un 21% sus exportaciones, lo que puede provocar grandes excedentes. España, al no ser un país excedentario, no tendrá muchos problemas. En 1992, de los 500.000 millones de pesetas de ayuda que recibió el sector agroalimentario español de la UE solamente el 11% fueron como ayudas a la exportación, frente al 40% de Francia.

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