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"Hoy, el Ejercito no puede oponerse al resultado de las urnas"

Espera convertirse en el primer representante de la izquierda que llegue al poder por la vía de las urnas en Centroamérica. Este sueño le parece al alcance de la mano tras los profundos cambios producidos en un país que está descubriendo la tolerancia.

¿De ideólogo de la guerrilla a presidente? "Hoy, por primera vez, las Fuerzas Armadas no pueden oponerse al resultado de las urnas en El Salvador", recalca, a su paso por Madrid, Rubén Zamora, histórico de la oposición armada en este país centroamericano y candidato de la izquierda en las elecciones presidenciales, cuya primera vuelta se celebrará el 23 de marzo de 1994. Los sondeos lo sitúan actualmente en segunda posición, a seis o siete puntos apenas de la derechista Arena, lo que le otorga serias posibilidades de victoria, con el apoyo ya declarado de la Democracia Cristiana en la segunda vuelta, en el mes de abril.Este hombre de 51 años, de origen socialcristiano, con aspecto de apacible profesor universitario más que de incendiario líder guerrillero, podría convertirse así en el primer representante de la izquierda que llegue al poder por la vía de las urnas en Centroamérica. A condición, por supuesto, de que el Ejército no se lo impida.

"No creo que los militares estén en condiciones de hacerlo", asegura Rubén Zamora. "El entorno internacional ya no permite que un golpe de Estado interrumpa un proceso democrático. El caso de Guatemala acaba de demostrarlo cerca de nuestras fronteras. Para Estados Unidos, tras la caída del muro de Berlín, la distinción izquierda-derecha se vuelve cada vez menos relevante en nuestro continente. Lo que interesa a Washington es el libre comercio, el desarrollo económico y la estabilidad. política interna. Esto supone apoyar a los que ganan en las urnas".

Rubén Zamora reconoce, sin embargo, que la reciente reaparición de los escuadrones de la muerte atestigua que los peligros no han desaparecido en esta nación que acaba de salir de una guerra civil de 12 años, que la ha dejado exangüe.

"El aparato paramilitar en nuestro país no se ha desmantelado, sólo se ha reducido. Tampoco ha desaparecido la impunidad de la que gozaba. El Salvador es como un enfermo que tiene una infección y al que los médicos prescriben antibióticos para 20 días. Al cabo de cinco se siente mejor y deja de tomar las medicinas, con lo cual la enfermedad acaba reapareciendo. En nuestro caso, los antibióticos fueron el acuerdo de paz [de enero de 1992, que fija las condiciones de la transición hacia la democracia y el final de la lucha armada]. Permitió que desaparecieran los síntomas de la violencia, pero la enfermedad no está erradicada todavía. El rebrote se produce en época preelectoral, lo que hace especialmente necesario atajarlo. Con asesinatos políticos no puede haber elecciones".

Pero eso no quita, para el candidato, que las posibilidades electorales de la izquierda sean hoy muy reales. "Hay otro elemento que nos refuerza, y es la propia transformación de la izquierda, que, por exceso de ideologización, se había autovetado durante mucho tiempo". Prueba de este cambio es la elección del propio Rubén Zamora como candidato común de la izquierda. Este hombre, que fue, con el hoy fallecido socialdemócrata Guillermo Ungo, el principal dirigente del brazo político de la guerrilla, es considerado como representante delos sectores más moderados.

Rubén Zamora reconoce que los acontecimientos de Europa del Este han acelerado el proceso de reflexión en el seno de la izquierda salvadoreña. "Han influido no tanto en las grandes teorías, sino en cómo veíamos el modelo de sociedad hacia el cual queríamos ir", afirma. "Es evidente, por ejemplo, que en El Salvador, si llegamos al Gobierno, seguirá habiendo un sector privado que será un elemento fundamental de la economía. Podemos discrepar, dentro de la izquierda, sobre sus dimensiones exactas, pero no sobre su existencia. Nadie plantea hoy, por ejemplo, la nacionalización de la banca. También es verdad que hemos aprendido de la situación en Nicaragua para no repetir errores. Hemos aprendido a desmitificar el papel del Estado y a revalorizar el de la sociedad civil".

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Según Rubén Zamora, "el empresariado salvadoreño también ha cambiado. Hay sectores empresariales convencidos de que lo más importante para su propio futuro es la estabilidad del país, y de que eso implica negociar con el que gane en las urnas, independientemente de su color político". Y concluye: "La verdadera división en El Salvador ya no es entre izquierda y derecha: es entre los que quieren seguir adelante y enterrar definitivamente la guerra y los que quieren volver al pasado. Hay representantes de ambas tendencias tanto a un lado como a otro. Hace unos días una dirigente de Arena participaba en el funeral de un ex dirigente guerrillero asesinado. Todos hemos cambiado en este país".

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