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La OTAN rechaza las objeciones de Rusia a su ampliación hacia el Este

Lluís Bassets

La Alianza Atlántica rechazó ayer, por boca de un alto funcionario, los argumentos de Rusia en contra de la incorporación a la OTAN de los países de Europa central y oriental que lo deseen. Según esta fuente atlántica, hay que ayudar a la Federación Rusa, pero la ampliación es sólo responsabilidad de la Alianza. Dicho portavoz aseguró que el Consejo de Ministros de la OTAN discutirá los próximos 8 y 9 de diciembre una nueva reducción de las fuerzas convencionales en Europa.

La OTAN no alcanzará a desplegar ocho cuerpos de ejército en el centro de Europa, como se decidió en la cumbre de la Alianza celebrada en 1991 en Roma, debido principalmente a las reducciones de tuerzas y presupuestos de defensa que han efectuado sus socios.La reducción de fuerzas, sin embargo, no debe ir en detrimento de la seguridad, según fuentes de la Alianza, que señalan la persistencia de peligros de inestabilidad, principalmente debido a la ausencia de una nueva doctrina de la disuasión.

La OTAN no desea realmente abrir sus puertas inmediatamente a los miembros del desaparecido Pacto de Varsovia, pero ha querido salir al paso del chantaje al que la han querido someter las autoridades rusas, empezando por el presidente, Borís Yeltsin. "No es cuestión de que nadie venga a dictar lo que debemos hacer", dijo el alto funcionario de la Alianza.

Las explicaciones sobre la ampliación a cargo de un portavoz autorizado se producen 24 horas después del viaje a Moscú de la troika comunitaria (compuesta por los ministros de Exteriores de Bélgica, Reino Unido y Grecia) y del presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, que invitó a Yeltsin a reunirse con el Consejo Europeo el 9 de diciembre, un día antes de la cumbre de Bruselas.

En este sentido, no han quedado muchas dudas de que Moscú es un aliado y socio privilegiado de la Unión Europea, por lo que la OTAN puede ventilar ahora sus opiniones sobre el presidente ruso con mayor naturalidad.

Proceso global

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La hipótesis de que una ampliación rápida aísle a Rusia y perturbe su proceso de democratización ha sido descartada por la OTAN.

Los argumentos utilizados en Bruselas para no abordar una ampliación rápida son más de fondo: en la pre-guerra mundial, Polonia recibió garantías por parte de Francia y del Reino Unido de que se la defendería como un territorio propio en caso de un ataque alemán, y luego tal garantía no sirvió para nada. La ampliación debe concebirse, pues, como un proceso global, político, económico, comercial y sólo finalmente militar. Hay dudas también en cuanto a la capacidad de mantener la cohesión y coherencia de una OTAN a la que accedieran de formas brusca varios países con tradiciones militares distintas y con sistemas políticos todavía en fase de consolidación.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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