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China busca amigos cerca de su frontera

Los países asiáticos, a diferencia de EE UU, no condicionan el comercio al respeto de los derechos humanos

Juan Jesús Aznárez

La diplomacia china, además de su permanente disputa con Estados Unidos sobre el comercio, los derechos humanos o el armamento, se ha ocupado este año de normalizar, de forma discreta, sus vínculos con los viejos enemigos en Asia. Uno de ellos, Le Duc Anh, presidente de Vietnam, país con el que se guerreó en dos ocasiones, llega hoy a Pekín para refrendar el histórico acuerdo suscrito el pasado mes y solucionar las diferencias territoriales sin recurrir a la fuerza.El acercamiento a Corea del Sur, India, Vietnam, Indonesia, Singapur o Brunei, así como el reforzamiento de los lazos con Japón, han sido asuntos fundamentales en la agenda del Ministerio chino de Exteriores. Los recientes compromisos establecidos con estas naciones demuestran la urgencia del Partido Comunista Chino (PCCh) por arreglarse con el vecindario y dedicar todo el esfuerzo al control de la apertura económica, el verdadero desafío. El último informe del Gobierno, presentado por el primer ministro, Li Peng, reconocía que "el centro de nuestro trabajo diplomático es desarrollar relaciones de buena vecindad con los países de los alrededores y esforzarnos por crear en la zona un ambiente pacífico y estable". Entenderse con Rusia, al que compra petróleo y armas y entrega huevos y vegetales, ha sido otra de las prioridades.

La relación con Vietnam ha mejorado desde la normalización diplomática de 1991, aunque, al igual que ocurre con India, permanezcan sin resolverse diferencias esenciales. China se enfrentó militarmente con Vietnam en 1979, año en que tropas de Hanoi invadieron Camboya para expulsar a los jemeres rojos, aliados de Pekín. También en 1988 y hace poco más de un año se registraron amenazas y tiroteos entre soldados de ambos países a propósito de las islas Spratly. Los chinos han logrado, de momento, enfriar la pugna sobre esta cadena al parecer rica en petróleo situada en el mar de la China meridional y reclamadas por Filipinas, Malaisia, Vietnam, Brunei y China.

Las decisiones del partido en política exterior han molestado en ocasiones a los antiguos aliados. Sin embargo, el pragmatismo de Deng Xiaoping en la descentralización económica se trasladó a la diplomacia. El establecimiento de relaciones diplomáticas con Corea del Sur después de cuatro décadas de abierta hostilidad fue protestado por Corea del Norte.

"Los resultados de la normalización con Seúl han sido inmediatos", subrayaba un empresario en Pekín. Los intercambios comerciales pasaron de unos 5.000 millones de dólares [unos 665.000 millones de pesetas] en 1991, año en que se establecieron oficinas comerciales, a más de 8.000 en 1992, y en el actual ejercicio se espera alcanzar los 12.000 millones de dólares. De conseguirlo, China se convertirá en el tercer socio de Corea del Sur tras EE UU y Japón.

El inevitable reajuste en la correlación de fuerzas tras la desaparición de la URSS aconsejó a todos la apertura y el entendimiento. Además, una característica regional favoreció este mayor acercamiento interasiático: contrariamente a Estados Unidos, y en menor medida a otros Gobiernos occidentales y comunitarios, ningún país del área condiciona sus relaciones económicas con China al respeto de los derechos humanos.

Japón también aceptó el envite de Pekín. El emperador Akihito viajó a China. La visita del hijo del militarista Hirohito apenas modificó la generalizada y profunda animadversión de los chinos contra el país que los sometió tan cruelmente desde principios de siglo. Pero al no exigirse que el emperador pidiese perdón -de haberse hecho, Tokio hubiera suspendido el viaje-, la visita promovió comercio e inversiones. De todas formas, el aumento del déficit chino, 4.000 millones de dólares en los primeros ocho meses de este año, ha provocado ya fricciones bilaterales. Los intercambios totales entre los dos países alcanzarán este año los 35.000 millones de dólares, 5.000 más que en 1992.

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La normalización provisional suscrita con India constituye otro ejemplo del enfoque diplomático chino. Tras la breve guerra fronteriza de 1962 entre los gigantes asiáticos, las reclamaciones territoriales abrieron una brecha diplomática que se mantuvo durante muchos años. La distensión llegó en 1988. A principios de mes se produjo la sorpresa: los dos Gobiernos acordaban reducir su presencia militar en la frontera del Himalaya. "China quiere solucionar cualquier conflicto que le distraiga de su obsesión por el desarrollo", dicen fuentes occidentales.

Portavoces oficiales destacaron que en los últimos cinco años se han establecido o reanudado relaciones diplomáticas con 30 países. Un analista residente en Pekín abundaba sobre la paciencia china. "Resolver la disputa con Londres sobre Hong Kong [que en 1997 revierte a China] y entenderse con Taiwan [que Pekín considera una provincia renegada] es cuestión de tiempo".

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