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Reportaje:

¿Comemos fósiles?

Los productos enlatados españoles pueden tener hasta cinco años de 'vejez'

Rosa Rivas

El agua mineral puede tener miles de años; la sal, cinco millones de años; las sardinas en lata, tres o más años. Pero si llegara a nuestros mercados carne congelada hace seis años, ¿qué diríamos? ¿Cuál es la edad de los alimentos que tenemos en el plato? En estos tiempos de furor ecológico y amor a lo fresco y natural, ¿estamos comiendo fósiles?Los británicos se preguntaban hace unas semanas de qué les sirve tener fresquísimas delicias extranjeras en sus mercados a velocidad supersónica si luego su dieta está llena de productos nacionales enlatados o acaban engullendo una carne congelada y -lo que es peor- descongelada quién sabe cuándo. Cien toneladas de carne, de los excedentes de la Comunidad Europea, congelada hace seis años, circulaban recientemente por los mercados británicos. Las autoridades sanitarias apaciguaron la alarma: la carne era comestible. Unos carniceros pensaban lo mismo. Otros dijeron: "Nunca serviríamos esa carne".

En España, no le consta al Instituto Nacional de Consumo la existencia de algo similar ni denuncias presentadas, pero en los mercados españoles sí se puede encontrar venta al peso de carne congelada, vacuna y porcina, con remite nacional, y cordero procedente de Nueva Zelanda, con 18 meses de vigencia de la congelación.

"La carne congelada tiene mala fama en España", dice Luis García, del mercado madrileño de Maravillas, recordando historias de posguerra y de mili. "Yo me encontré en el estofado una chapita argentina del 57", dice un consumidor que hizo el servicio militar hace 10 años.

"¿Qué necesidad hay de camuflar lo congelado como fresco? La gente ya está acostumbrada a los congelados y sabe que incluso pueden estar en mejor estado que lo que se vende como fresco", opina Carlos, mientras pesa una merluza "congelada en alta mar" que aguanta bien casi dos años".

Pocos son los afortunados que pueden comer pescado recién llegado a la lonja o fruta recién caída del árbol. Los demás se conforman con frescuras de 12 o 24 horas, en el mejor de los casos, o de un año largo. Y si se trata de productos enlatados, la edad del alimento es aún mayor.

Actualizar existencias

Una lata de espárragos o guisantes puede tener dos o tres años y las sardinas o el atún -productos que aguantan bien en conserva-, incluso siete o diez años. Algunos productos de alto consumo mediterráneo, como el vino, el jamón curado o el queso, mejoran con la edad.El aguante depende también del tratamiento del producto: esterilización, envasado al vacío... Por otro lado, "no hay nada en el mercado superior a cinco años, el consumo es muy grande y el fabricante ya se encarga de actualizar las existencias", informan en el Instituto Nacional del Consumo.

Aunque a veces esa actualización no se produce, o bien el envasado y la calidad del producto dejan mucho que desear, según ha señalado la Organización de Consumidores y Usuarios con respecto al reciente hallazgo de chocolate y arroz con gusanos en varios hipermercados madrileños.

"Con un alimento viejo, no es que te envenenes, pero pierdes los valores nutritivos: vitaminas, minerales...", aclaran en la Dirección General de Salud Pública. Cinco años es "el máximo de vejez deseable para latas y envasados, pero es altamente recomendable consumir productos frescos".

Según las autoridades sanitarias, el fabricante está obligado a poner en los envases fecha de caducidad o consumo preferente, pero no fecha de envasado. Lo que va impreso en la lata o en el envase es un número de lote cuya data conocen el empresario y la Administración, no así el consumidor.

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Sobre la firma

Rosa Rivas
Periodista vinculada a EL PAÍS desde 1981. Premio Nacional de Gastronomía 2010. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Master en Periodismo Audiovisual por Boston University gracias a una Beca Fulbright. Autora del libro 'Felicidad. Carme Ruscalleda'. Ha colaborado con RTVE, Canal +, CBS Boston y FoolMagazine.

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