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En la Casa del Estado Naciente

Jóvenes tecnócratas trabajan en Jerusalén para formar la primera Administración palestina

ENVIADO ESPECIAL La pintura está fresca. El cemento del piso, también. Los muebles todavía están en sus embalajes, al igual que una nueva generación de ordenadores. Bajo cuatro grandes relojes que dan la hora de Washington, Jerusalén, Tokio y París, jóvenes tecnócratas trabajan febrilmente para acelerar el alumbramiento de la primera Administración palestina. Entre dos reuniones, Faisal al Huseini comprueba personalmente que todo en la futura sala de prensa (los enchufes, las líneas telefónicas, los teletipos, las mesas y las sillas) está en orden. El palacete otomano de la New Orient House, en el Jerusalén árabe, se ha convertido en la Casa del Estado Naciente.

Huseini, el jefe de este superministerio de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), está satisfecho. El proceso que permitirá la existencia de las futuras autoridades de la franja de Gaza y Cisjordania marcha sobre ruedas. La New Orient House es un monumento a la visión premonitoria de algunos, muy pocos, palestinos.

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Huseini sonríe y cuenta una anécdota sobre el obsoleto escepticismo de sus compatriotas. "Hace tres años convoqué a tres profesionales. A uno le encargué que hiciera el borrador de un sistema fiscal para los territorios ocupados. A los otros dos les pedí un boceto de las infraestructuras existentes (carreteras, electricidad, líneas telefónicas) y el modo de mejorarlas y ampliarlas".Dice que le miraron como si estuviera loco. "Recuerdo exactamente lo que les dije: 'Anoten en su diario el día y la hora de esta conversación. Llegará el día en que equipos de televisión de todo el mundo os preguntarán cómo vais a construir el Estado palestino, y responderéis: ya está hecho".

Símboleo de hospitalidad

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Y la historia tendrá que comenzar en los apacibles jardines y pasillos de esta mansión de piedra (construida en 1897 por una rica familia de Jerusalén) que fue siempre un símbolo de la hospitalidad palestina. Por allí han pasado el káiser Guillermo, el negus etíope Haile Selasie y el rey jordano Abdalá. Entre sus visitantes más recientes figuran los diplomáticos noruegos que consiguieron sigilosamente anudar los hilos del conflicto de Tierra Santa al sentar en la misma mesa a israelíes y palestinos en Oslo.

Ahora, la New Orient House es la sede de 37 comités técnicos, los equipos de profesionales voluntarios que se enfrentan a un desafío de proporciones bíblicas: construir un Estado desde los cimientos. ¿Qué leyes regirán la vida autónoma de los palestinos? ¿Cómo será su policía? ¿Qué proyectos sacarán a Gaza de su miseria? ¿Cómo se comunicará Jericó con la franja? ¿Cómo censar a los palestinos que a los nueve meses de la firma del acuerdo deberán votar en las primeras elecciones libres? ¿Cómo unificar los sistemas escolares de Gaza, que sigue el modelo egipcio, y de Jericó, que aplica el jordano? ¿Cómo se financiará el sistema sanitario?

Las preguntas, por supuesto, van infinitamente más rápido que las respuestas, pero en la New Orient House ya se han hallado muchas soluciones. "Esta es una gran cocina intelectual, una extensión orgánica del departamento de planificación de la OLF', apunta el joven filósofo palestino Sari Nusseibeh, uno de los principales arquitectos del embrionario Estado, cuya existencia pone los pelos de punta a tantos israelíes. Durante algún tiempo se le designará simplemente como una entidad, la Autoridad Palestina, y su sede estará en Jericó.

"Primero queremos dar un salto cualitativo", dice Nusseibeh. Al Huseini es más específico. Para el liderazgo palestino la prioridad es clara: comenzar inmediatamente a trabajar para mejorar las condiciones de vida de los refugiados. Una vivienda decente, un teléfono, un sistema de alcantarillado, una clínica bien dotada, serán las mejores armas contra el escepticismo."Estamos hablando de un proyecto de miles de millones de dólares", dice Al Huseini. Un informe del Banco Mundial dice que para arrancar los más básicos proyectos de desarrollo en Gaza y Cisjordania los palestinos necesitan por lo menos 3.000 millones de dólares. Gaza, cuya economía depende esencialmente de la mano de obra barata contratada por Israel y en menor grado de las magras oportunidades que ofrece una embotelladora de refrescos, ya está pensando en construir varias fábricas y un puerto. Mientras Estados Unidos encabeza la búsqueda de fondos, en la New Orient House se apilan proyectos industriales para la franja de Gaza y Cisjordania. Lo malo, dicen algunos expertos, es que, incluso cuando esos proyectos ya estén rindiendo, no bastarán para lograr una total independencia económica. La relación de las economías de Israel y los territorios ocupados es simbiótica. El 90% de los productos que se consumen en los territorios ocupados vienen de Israel. Con los servicios públicos ocurre algo similar. Lo bueno, dice Sari Nusseibeh, es que esta situación puede dar lugar a una transformación que beneficie a la industria y el comercio de Gaza y Cisjordania.

El acuerdo que la Organización para la Liberación de Palestina e Israel van a firmar en cuestión de días contiene un capítulo dedicado a las amplias posibilidades de cooperación económica que ofrece el futuro. De hecho, mientras los políticos y diplomáticos daban ayer los toques finales al documento que abre una nueva etapa en la turbulenta historia de Oriente Próximo, empresarios privados palestinos e israelíes ya están manteniendo reuniones. Dan Gillerman, presidente de la Cámara de Comercio de Israel, reveló hace dos días que ya se han firmado ambiciosos convenios. Todos, naturalmente, estudiados cuidadosamente en una de las oficinas de la New Orient House.

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