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El silencio de los intelectuales franceses

No nos descarguemos de culpabilidad. De ningún modo puede justificarse la reserva que mantienen desde hace tantos años la mayoría de quienes acompañaron con simpatía o inteligencia el movimiento argelino de liberación. (...)Quienes hicieron llegar su solidaridad a Sacco y a Vanzetti, a las víctimas del fascismo, a los refuzniks soviéticos, a los perseguidos por el macartismo, a los ahorcados en Bagdad o a los enterrados vivos de Tazmamart no pueden dejar de estar al lado de los hombres, amigos o no, estrangulados hoy en Argelia, porque ellos encaman la libertad de expresión y el humanismo de la fraternidad.

Si nos creemos en el derecho de reclamar circunstancias atenuantes para nuestro silencio y nuestro aparente desapego, es por la antiquísima imbricación entre el poder (o contra poder) francés y la sociedad argelina. Una imbricación que se tiñe de sospechosa complicidad. (...)

Aquellos que han optado por no ponerse al lado de Molière para no hacer surgir el fantasma de Bugeaud deben saber que la caza y captura desatada hoy en Argelia es simplemente una cuestión de vida o muerte; de la vida y la muerte de hombres que sufren el suplicio sencillamente porque escriben, que mañana lo sufrirán porque piensan, o simplemente porque creen en un Dios que no es de venganza o de exclusión.

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25 de julio

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