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Europa está al borde del colapso circulatorio y de contaminación atmosférica, según la CE

Lluís Bassets

La Comisión Europea disparó ayer las alarmas sobre la situación del transporte en Europa, a un mes de la apertura del Mercado único, que deberá garantizar la libre circulación de mercancías y personas. Europa se halla al borde del infarto circulatorio. Las inversiones públicas han disminuido en los últimos 10 años. La contaminación por emisiones de dióxido de carbono crece de forma constante. Y los costes humanos son espectaculares: 50.000 muertos y un millón y medio de heridos en accidentes cada año. Este es el diagnóstico catastrófico que hace el Libro Blanco de la Comisión Europea sobre el sistema sanguíneo que riega el territorio de la CE.

El crecimiento del transporte de mercancías tiene una progresión. media del 2,3% anual desde hace 20 años, mientras que el de pasajeros es del 3, 1 %. Ello significa que en el año 2000 se habrá llegado a un nivel de saturación insoportable, según el Libro Blanco. Las inversiones en infraestructuras han sufrido una merma de un 50% en términos relativos desde 1975 hasta ahora, desde el 1,5 del PIB (Producto Interior Bruto) hasta el 1% actual. Pero lo más grave son los desequilibrios entre los sistemas: el transporte de mercancías por carretera es el que ha crecido más rápidamente, y actualmente significa el 70% del conjunto de los transportes.

Coste medioambiental

La Comisión propugna una política dirigida directamente contra los camiones de alto tonelaje y asegura que debe cargarse sobre el transporte de mercancías por carretera tanto el coste de las infraestructuras, como el coste medioambiental, así como las derivaciones en seguridad y en protección social. En este sentido se explica toda la política promovida por la CE para promocionar nuevamente el tren, a través de las líneas de alta velocidad.

El comisario europeo de Transporte, Consumo y Medio. Ambiente, el holandés Karl Van Miert insinúa, de hecho, que los transportistas ejercen una especie de dumping derivado del uso gratuito de las carreteras y autovías de algunos países, en perjuicio de medios de transporte más limpios y económicos, como el tren o la navegación marítima y fluvial.

La Comisión Europea propugna como solución general la apertura de las condiciones de competencia entre las distintas modalidades de transporte, pero con un cálculo de costes medio ambientales y distribución de las cargas más justos y eficaces.

Entre las medidas concretas de la CE y que entrarán próximamente en vigor, está la obligación, a partir del 1 de enero de 1993, de que todos los coches de motor de gasolina que se matriculen vayan equipados con catalizador, la medida más viable ahora contra la emisión de gases contaminantes.

El parque automovilístico es responsable de un 14% de las emisiones de gas carbónico, un 65% del monóxido de carbono y un 50% de los óxidos de nitrógeno. Algunos gobiernos europeos ya han tomado serias medias al respecto. Ahí está el plan adoptado hace dos semanas por el italiano con 60 medidas y prohibiciones a aplicar en las 15 ciudades con mayor congestión de tráfico.

Según Van Miert, la CE no se opone a la creación de un impuesto de circulación de turismos siempre que no requiera controles fronterizos y que no instaure una discriminación entre ciudadanos nacionales y extranjeros. La Comisión también defiende la integración de las redes de transporte y la conexión de las regiones más alejadas, lo que lleva al Libro Blanco a subrayar la importancia del Fondo de Cohesión.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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