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Españolismo

(...) Los Juegos Olímpicos han representado en la sociedad catalana una inyección de identificaciones sentimentales con la españolidad. (...) La presencia y aceptación de los símbolos de la espaiíolidad no había sido nunca en Cataluña tan grande como en estos Juegos. No estoy hablando de la ceremonia inaugural, sino de la pista del Joventut, del campo del Barça (...). Yo creo que han participado en esta eclosión de españolismo (...) tres tipos de factores. En primer lugar, la presencia catalana en la representación española: ¿cómo no se podía ir incondicionalmente a favor de los equipos de Villacampa, Guardiola o Estiarte? (...) El segundo factor ha sido el éxito. Las victorias provocan euforia, y la gente tiende a hacer suya la euforia. Pero también España ofrecía con sus resultados una idea, digamos, regeneracionista, de modernidad (...), que no había ofrecido nunca en la historia. En tercer lugar, sorpresa, perplejidad: el catalanismo que había generado discurso y casi consignas (...) sobre banderas, himnos y ceremonias sociales no había pensado en actitudes deportivas, invitando por acción u omisión a añadirse al españolismo deportivo como cosa propia. En cualquier caso, el españolismo en Barcelona ha subido puntos. Y esto ya le va bien al discurso, digamos, maragalliano, de España es Cataluña. (...) Esta temperatura españolista ha subido en Madrid, y con ella ha bajado la tolerancia hacia la catalanidad. 8 de agosto de 1992

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